La Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) se ha sumado a la misión 'Ramses' de la Agencia Espacial Europea (ESA) con el objetivo de estudiar el asteroide Apofis durante su acercamiento a la Tierra en 2029.
JAXA ha solicitado formalmente financiación al gobierno japonés en septiembre de 2025 para participar en esta iniciativa. Como parte de su contribución, Japón proporcionará un cohete H3 para el lanzamiento de la misión en 2028. La misión 'Ramses' tiene como objetivo alcanzar el asteroide Apofis justo antes de su máximo acercamiento a la Tierra el 13 de abril de 2029. En ese momento, Apofis pasará a una distancia de aproximadamente 32.000 kilómetros de la superficie terrestre, un evento extraordinariamente raro que ocurre solo una vez cada 5.000 a 10.000 años para objetos de tamaño similar.
Durante este encuentro cercano, las fuerzas gravitacionales de la Tierra podrían alterar la órbita y la estructura del asteroide. La nave espacial 'Ramses' estará equipada con diversos instrumentos científicos para realizar observaciones detalladas. Como parte de la misión, se planea desplegar dos pequeños satélites tipo CubeSat sobre el asteroide. El primer CubeSat será híbrido, combinando una plataforma y un analizador, además de un radar de baja frecuencia para investigar la estructura interna de Apofis. El segundo CubeSat, desarrollado por la empresa española Emxys, funcionará como una sonda diseñada para aterrizar en la superficie del asteroide.
La decisión final sobre la financiación completa de la misión 'Ramses' se considerará en una reunión ministerial de la ESA en diciembre de 2025. El lanzamiento de la misión está programado para 2028. El cohete H3, el vehículo de lanzamiento pesado de nueva generación de Japón, desarrollado conjuntamente por JAXA y Mitsubishi Heavy Industries, es conocido por su flexibilidad y eficiencia.
Esta colaboración entre la ESA y JAXA subraya la creciente cooperación internacional en la exploración espacial y la defensa planetaria. El asteroide Apofis, descubierto en 2004, fue inicialmente considerado una amenaza de impacto, pero observaciones posteriores han descartado esta posibilidad en los próximos 100 años. Sin embargo, su cercano paso en 2029 representa una oportunidad científica invaluable.