El Sol ha revelado recientemente una faceta inusual: un agujero coronal con forma de corazón, captado por el Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA el 13 de septiembre de 2025. Este fenómeno cósmico, que abarca aproximadamente 500,000 kilómetros (unas 310,000 millas) de diámetro, es una región donde el campo magnético solar se debilita, permitiendo que el viento solar escape a gran velocidad. La particular forma de corazón es una rareza que ha capturado la atención global.
Este evento se produjo en un momento en que el Sol se encuentra saliendo del pico de su ciclo de actividad de once años, lo que sugiere una disminución general en la intensidad de las tormentas solares en los próximos cinco años. Cuando este agujero coronal en forma de corazón se alineó con la Tierra, nuestro planeta se encontró en la trayectoria de una corriente de viento solar de alta velocidad. Esta interacción, amplificada por el período de equinoccio y el efecto Russell-McPherron, dirigió partículas cargadas hacia los polos terrestres, resultando en espectaculares auroras. El efecto Russell-McPherron, descrito en 1973, explica cómo la orientación de la Tierra durante los equinoccios facilita una conexión más fuerte entre los campos magnéticos solar y terrestre, potenciando la actividad geomagnética.
El SDO de la NASA, operativo desde 2010, desempeña un papel crucial en la recopilación de datos sobre la atmósfera solar, contribuyendo a nuestra comprensión de los campos magnéticos solares y su influencia en la Tierra. La corona, miles de veces más caliente que la superficie del Sol, es vital para comprender las interacciones solar-terrestres. Si bien la forma de corazón añade un elemento poético, el monitoreo de los agujeros coronales sigue siendo esencial para predecir y mitigar los posibles impactos de las tormentas geomagnéticas en la tecnología y la vida en la Tierra. El ciclo solar actual, el Ciclo Solar 25, ha mostrado una actividad más fuerte de lo inicialmente predicho.