En un descubrimiento revolucionario, los científicos han identificado dos nuevas especies bacterianas que prosperan dentro de corales blandos en las oscuras profundidades del Golfo de México. Estos corales, Callogorgia delta y Callogorgia americana, florecen a profundidades de 300 a 900 metros, donde la luz del sol no penetra.
La investigación, dirigida por la profesora Iliana Baums del Instituto Helmholtz para la Biodiversidad Marina Funcional en la Universidad de Oldenburg, y el Dr. Samuel Vohsen de la Universidad de Lehigh, revela una nueva familia de bacterias llamada Oceanoplasmataceae. Publicado en la revista Nature Communications, este estudio amplía nuestra comprensión de la biodiversidad marina.
Las bacterias recién descubiertas son notables por sus genomas extraordinariamente pequeños, con Oceanoplasma callogorgiae que contiene solo 359 genes y Thalassoplasma callogorgiae que tiene 385. Esto contrasta drásticamente con los aproximadamente 4,000 genes en Escherichia coli y alrededor de 21,000 en humanos. El proceso metabólico único de estas bacterias depende del aminoácido arginina, un cambio del metabolismo típico de carbohidratos que se observa en la mayoría de los organismos.
La profesora Baums expresó su asombro por cómo estos organismos funcionan con tan poco material genético, afirmando: "Estas especies son ejemplos impresionantes de cuántos genes se necesitan para un organismo funcional." Los investigadores están examinando si estas bacterias actúan únicamente como parásitos o si participan en una relación simbiótica con los corales.
El análisis genético indica que estas bacterias utilizan sistemas CRISPR/Cas para defenderse contra el ADN extraño, lo que podría sugerir un papel en ayudar a los corales a combatir patógenos. Alternativamente, es posible que los corales se beneficien del nitrógeno que las bacterias proporcionan durante la descomposición de la arginina.
Este descubrimiento no solo mejora nuestra comprensión de los ecosistemas de aguas profundas, sino que también plantea preguntas sobre las aplicaciones potenciales de estos hallazgos. Las percepciones sobre las relaciones simbióticas entre estas bacterias y los corales podrían informar estrategias de conservación y mejorar nuestra comprensión de la biodiversidad en entornos extremos.
A medida que los investigadores continúan explorando estas asociaciones microbianas únicas, buscan descubrir cómo los corales de aguas profundas soportan presiones ambientales y se adaptan a las condiciones oceánicas cambiantes. Tal conocimiento podría ser fundamental para abordar los desafíos que plantea el cambio climático en los ecosistemas marinos.