Arqueólogos en el sureste de Turquía han documentado un hallazgo extraordinario: grabados rupestres de aproximadamente 12.000 años de antigüedad descubiertos bajo las aguas de la presa de Atatürk, en la provincia de Adıyaman. Estas imágenes, que permanecieron ocultas durante décadas bajo la superficie del embalse, ofrecen una ventana excepcional al universo simbólico de los antiguos cazadores-recolectores que poblaron las riberas del Éufrates hacia el final de la Edad de Piedra.
El sitio, ubicado en el distrito de Kahta, cerca del asentamiento de Belekren, fue avistado por primera vez hace ocho años por pescadores locales. Esto ocurrió cuando una sequía severa provocó un descenso drástico en el nivel del agua, dejando al descubierto una porción del macizo rocoso. En aquel momento, surgieron a la vista figuras inusuales talladas en la piedra.
Este año, aprovechando otra temporada de sequía, el personal del Museo de Adıyaman regresó al lugar para evaluar el estado de los dibujos y llevar a cabo una filmación submarina antes de que volvieran a quedar sumergidos. Utilizando equipos de buceo y cámaras de alta sensibilidad lumínica, los investigadores lograron registrar las imágenes, que se encuentran a una profundidad de entre uno y dos metros.
Según el director del museo, Mehmet Alkan, la superficie de la roca está actualmente cubierta por capas de conchas y sedimentos del fondo, lo que complica las labores de documentación. A pesar de estas dificultades, los grabados se han conservado sorprendentemente bien. Los arqueólogos tienen previsto realizar una limpieza cuidadosa y crear una imagen tridimensional de alta precisión, que servirá de base para fabricar una réplica museística accesible al público.
El panel principal, que mide aproximadamente 8 metros de largo y unos 70 centímetros de alto, fue ejecutado mediante la técnica de grabado, uno de los métodos artísticos más antiguos de la humanidad. En la piedra se representan figuras humanas estilizadas y diversos animales, incluyendo cabras montesas, caballos, lobos, zorros y cigüeñas. La composición evoca una escena de caza dinámica, donde las figuras transmiten sensación de movimiento.
Los expertos sugieren que esta no es meramente una representación de la vida cotidiana, sino más bien una imagen ritual, posiblemente vinculada a ceremonias de caza o a formas tempranas de narrativa. Tales escenas son testimonio del desarrollo del pensamiento simbólico mucho antes de la invención de la escritura. La región del Éufrates, antes de la construcción de la presa de Atatürk a finales del siglo XX, era un paisaje arqueológico rico, repleto de cuevas y santuarios al aire libre.
Tradiciones de arte rupestre similares se conocen en las provincias vecinas de Batman, Şanlıurfa y Mardin, lo que subraya la unidad cultural de toda la región de la Alta Mesopotamia. Este nuevo descubrimiento en Adıyaman refuerza la importancia del sureste de Turquía como uno de los núcleos fundacionales de la cultura simbólica, la misma tierra donde posteriormente se erigieron los célebres santuarios de Göbekli Tepe y Karahan Tepe.
Sin embargo, la supervivencia de estas imágenes milenarias depende de las condiciones del mundo moderno. Las fluctuaciones en el nivel del agua del embalse, la incrustación biológica y la erosión están degradando progresivamente el monumento. Para salvaguardar el hallazgo, los arqueólogos apuestan por la documentación digital y la modelización 3D. La reconstrucción virtual permitirá el estudio de los grabados sin interferir con el entorno original, además de presentarlos al público mediante una réplica museística exacta. Estos vestigios son ahora una crónica silenciosa del espíritu humano, preservada bajo el agua y redescubierta gracias a la perseverancia de los investigadores.
