Un importante hallazgo arqueológico ha tenido lugar en el mar Mediterráneo, cerca de las Islas Egadi, frente a la costa de Sicilia. Buzos de la Sociedad para la Documentación de Sitios Sumergidos (SDSS) han recuperado un casco de bronce tipo Montefortino, datado en la época romana, en un estado de conservación extraordinario.
Este casco, que data del siglo IV a.C., fue introducido a los romanos por los celtas y se convirtió en un elemento estándar del equipamiento militar romano durante la República. Destaca por sus bien conservadas carrilleras. El descubrimiento se sitúa en un contexto histórico de gran relevancia: las proximidades de las Islas Egadi, escenario de la decisiva Batalla de las Egadas el 10 de marzo de 241 a.C. Este enfrentamiento naval marcó el fin de la Primera Guerra Púnica, con la victoria romana sobre los cartagineses, consolidando el dominio de Roma en el Mediterráneo Occidental y la cesión de Sicilia.
Francesco Paolo Scarpinato, consejero regional para el patrimonio cultural, ha calificado esta pieza como una de las más bellas y completas jamás recuperadas, subrayando su importancia para la comprensión del equipamiento militar y los conflictos navales de la antigüedad. La recuperación de este casco Montefortino forma parte de una actividad de investigación más amplia que ha sacado a la luz numerosos artefactos relacionados con la Batalla de las Egadas.
Durante la misma campaña, también se encontró una gran empuñadura de bronce de uso incierto, datada en el siglo V d.C. Además, se han realizado análisis mediante tomografía computarizada (CT) a una treintena de objetos metálicos, incluyendo espadas, lanzas y jabalinas, que podrían haber llegado al fondo marino tras la captura de una nave romana por parte de los cartagineses. Uno de los objetos recuperados previamente portaba la inscripción "Ser. Solpicius C.F. Quaestor Probavi(t)", que los arqueólogos vinculan a un magistrado romano activo durante la Primera Guerra Púnica.
El casco Montefortino fue un pilar en la protección de los legionarios romanos desde finales del siglo IV a.C. hasta el siglo I d.C., evolucionando a partir de diseños celtas. Su forma cónica o redondeada, con un remate central elevado, un protector de nuca y carrilleras para las mejillas, lo hacía distintivo. Su origen celta y su adopción por Roma lo convierten en un símbolo de la fusión cultural y militar de la época.
Los hallazgos en la zona de las Egadas no solo enriquecen el conocimiento histórico de esta crucial batalla, sino que también fortalecen la imagen de Sicilia como guardiana de un patrimonio cultural único. Estas investigaciones subrayan la profunda conexión entre el pasado y el presente, revelando cómo los ecos de antiguas contiendas aún resuenan en el fondo del mar, ofreciendo lecciones sobre estrategia, resiliencia y la evolución de la civilización.