Los ajolotes, salamandras mexicanas, poseen notables habilidades regenerativas, haciendo crecer extremidades enteras, órganos e incluso partes de sus cerebros, ofreciendo perspectivas sobre posibles avances en la curación humana.
Los ajolotes han fascinado a los biólogos durante más de un siglo debido a su capacidad para regenerar perfectamente las partes del cuerpo perdidas. Un estudio reciente en Nature revela que las células de ajolote tienen una "memoria posicional" que guía el nuevo crecimiento. Esta memoria permite a las células recordar su ubicación en el cuerpo y reconstruir las estructuras faltantes sin cicatrices ni formas desiguales.
Las células actúan como si tuvieran un GPS interno, conociendo su ubicación a lo largo de los ejes del cuerpo. Cuando se pierde una extremidad, las células cercanas a la herida se multiplican, formando un blastema, una estructura donde las células se mezclan y recuerdan sus posiciones originales. Esta precisa memoria posicional permite a las células volver a crecer la extremidad faltante sin problemas.
El estudio destaca el papel de un gen llamado Hand2 y una proteína de señalización llamada Sonic hedgehog en el mantenimiento de esta memoria posicional. Las células en la parte posterior de la extremidad producen Hand2, que activa Sonic hedgehog al producirse una lesión. Sonic hedgehog refuerza Hand2, solidificando la identidad de las células.
Los científicos pudieron "hackear" este sistema exponiendo las células del lado frontal a Sonic hedgehog, lo que provocó que adoptaran una identidad del lado posterior. Incluso después de que la extremidad volvió a crecer, estas células reprogramadas conservaron su nueva identidad a través de múltiples regeneraciones. Esta reescritura de la memoria celular funciona de manera más fiable de adelante hacia atrás, un fenómeno llamado "dominancia posterior".
La comprensión de la memoria posicional podría revolucionar la curación de heridas y la ingeniería de tejidos, permitiendo a los médicos cultivar tejidos de reemplazo que coincidan perfectamente con su entorno. Esto podría conducir a una curación sin cicatrices, una reparación precisa de heridas complicadas y la regeneración de tejidos perdidos con una integración adecuada en los sistemas del cuerpo.
Esta investigación desafía nuestra comprensión de la memoria, mostrando que las células de todo el cuerpo almacenan recuerdos codificados en genes y proteínas. Estas memorias celulares pueden editarse, ofreciendo nuevas posibilidades para la medicina regenerativa. El estudio también conecta el desarrollo temprano con la regeneración adulta, revelando cómo los mismos circuitos moleculares se reutilizan para el nuevo crecimiento de las extremidades.
Los ajolotes, aunque amenazados en sus hábitats nativos, siguen siendo invaluables para comprender la regeneración. Su capacidad para reconstruirse con precisión ofrece valiosas lecciones para desbloquear el potencial regenerativo humano. Esta investigación nos acerca a la revolución de la curación de heridas y la ingeniería de tejidos al dar a las células trasplantadas instrucciones precisas sobre su función y ubicación.