Las severas inundaciones que recientemente azotaron la isla de Bali han puesto de manifiesto la vulnerabilidad del destino ante eventos climáticos extremos, subrayando la necesidad de fortalecer su resiliencia.
Las continuas y torrenciales lluvias, que se extendieron desde la tarde del martes hasta la mañana del miércoles (9-10 de septiembre de 2025), dejaron un trágico saldo de al menos seis personas fallecidas y causaron daños significativos en la infraestructura, alterando la vida cotidiana de numerosos residentes.
En Denpasar, la capital de la isla, el implacable aguacero provocó el colapso de dos edificios, cobrándose la vida de cuatro personas. La región de Jembrana también reportó dos fallecimientos, y 85 residentes tuvieron que ser evacuados a zonas más seguras. Los equipos de rescate se encuentran activamente buscando en los barrios anegados, y existe la preocupación de que el número de víctimas pueda aumentar.
La Agencia Nacional de Mitigación de Desastres (BNPB) ha asegurado una respuesta rápida, incluyendo la distribución inmediata de suministros esenciales como alimentos, ropa y tiendas de campaña para apoyar a las comunidades afectadas. La agencia también está llevando a cabo evaluaciones urgentes de las necesidades sobre el terreno.
El acceso al aeropuerto internacional de Bali se vio gravemente obstaculizado por las carreteras anegadas, lo que provocó considerables retrasos en los viajes y un caos circulatorio en toda la isla. Las redes sociales se llenaron de videos que muestran importantes vías completamente sumergidas, ilustrando la magnitud del desastre. Las autoridades aconsejan a los viajeros mantenerse informados sobre los avisos del aeropuerto y evitar las zonas de alto riesgo.
Aproximadamente 200 rescatistas trabajan diligentemente para ayudar a los residentes varados y despejar los escombros de las rutas bloqueadas. Las repercusiones económicas de estas inundaciones también son una preocupación importante, especialmente para la economía de Bali, que depende en gran medida del turismo. Informes indican que los negocios en áreas populares como Seminyak y Canggu experimentaron una disminución en sus ingresos debido a la inaccesibilidad causada por las vías inundadas y la erosión costera.
Este evento pone de relieve el desafío más amplio del cambio climático y su creciente impacto en regiones que dependen en gran medida del turismo. El gobierno indonesio, a través de agencias como la BNPB y Basarnas, está coordinando los esfuerzos de socorro, enfatizando la importancia de respuestas integradas y rápidas para mitigar riesgos adicionales y apoyar los procesos de recuperación.
El gobernador de Bali y el alcalde de Denpasar han visitado los sitios afectados, reforzando el compromiso de abordar la crisis. La Agencia de Meteorología, Climatología y Geofísica (BMKG) ha advertido que se espera que las lluvias continúen durante toda la semana, lo que agrava los desafíos actuales.
Las inundaciones han puesto de manifiesto la necesidad crítica de una infraestructura sólida y una preparación adecuada frente a patrones climáticos cada vez más severos. Mientras Bali navega por las secuelas de este evento, el enfoque se mantiene en el socorro inmediato, la restauración de los servicios esenciales y la planificación a largo plazo para la resiliencia climática, con el fin de salvaguardar el futuro de la isla. El compromiso de la BNPB de proporcionar ayuda y los esfuerzos coordinados de varias agencias reflejan un enfoque decidido para gestionar la crisis y apoyar la recuperación de la comunidad.