La intrusión salina continúa representando una amenaza significativa para las regiones costeras y los deltas en todo el mundo en 2025, afectando a más de 500 millones de personas. Este fenómeno, donde el agua salada contamina las fuentes de agua dulce, se ve exacerbado por el aumento del nivel del mar, la reducción del flujo de agua dulce y la intensificación de las tormentas.
El delta del Bengala, hogar de más de 150 millones de personas, sirve como un estudio de caso crítico. Investigaciones recientes enfatizan la urgente necesidad de una gestión integrada de los recursos hídricos y medidas de adaptación al cambio climático. Los estudios indican que los niveles de salinidad han aumentado drásticamente, particularmente en el delta occidental, afectando la agricultura y el agua potable.
Estrategias de mitigación y esfuerzos globales
Se están explorando enfoques innovadores como el marco Offshore Controlled Estuarine and Aquifer Nexus (OCEAN) para gestionar la salinidad de las aguas superficiales y subterráneas. Ejemplos de California, como la recarga de acuíferos con agua dulce, demuestran el potencial de la tecnología y la gestión de los recursos hídricos para reducir la intrusión salina. La 27ª edición de la Salt Water Intrusion Meeting (SWIM), celebrada en Barcelona en junio de 2025, se centra en la integración de enfoques terrestres y oceánicos para abordar los desafíos de las aguas subterráneas costeras.
El delta del Mekong también está implementando medidas como el dragado de canales y el ajuste de los calendarios de cultivo para mitigar los daños causados por la intrusión salina. Los estudios colaborativos y la recopilación de datos estandarizados son cruciales para identificar tendencias y permitir una gestión eficaz de la intrusión salina, salvaguardando la seguridad alimentaria y los medios de vida en las zonas costeras vulnerables.