Un descubrimiento arqueológico de gran relevancia ha tenido lugar en la Fortaleza de Ayanis, en Turquía, donde se ha desenterrado un esqueleto humano con una antigüedad estimada de 2.700 años.
Este hallazgo, realizado en un sitio construido por el rey urartiano Rusa II a orillas del lago Van, representa la primera vez que se encuentran restos humanos en esta importante fortaleza. Los restos pertenecen a un joven de aproximadamente 18 años y su excepcional estado de conservación, especialmente la presencia de fragmentos de tejido cerebral carbonizado dentro del cráneo, lo convierten en un hallazgo de valor incalculable para la comprensión de la vida y las prácticas funerarias de la civilización urartiana.
El Profesor Dr. Mehmet Işıklı, de la Universidad de Erzurum Atatürk, lideró las excavaciones, señalando la singularidad de este descubrimiento. Los análisis de ADN, a cargo del Profesor Dr. Yılmaz Selim Erdal de la Universidad Hacettepe, prometen arrojar luz sobre la ascendencia y el estatus social de este individuo, quien fue encontrado junto a sellos y joyas, indicios de su alta posición.
La Fortaleza de Ayanis, conocida históricamente como Rusakhinili, ha sido objeto de excavaciones continuas que buscan desvelar más secretos de la cultura urartiana. Los esfuerzos actuales se centran en hacer accesible el 75% del área del templo para los visitantes este año, con el apoyo del Ministerio de Cultura y Turismo y la Gobernación de Van. Este proyecto no solo busca preservar las estructuras de adobe, sino también enriquecer la experiencia turística, permitiendo a los visitantes adentrarse en el conocimiento de esta fascinante civilización.
Este tipo de hallazgos, como el de un cerebro conservado de hace 4.000 años en otro sitio de Turquía, demuestran la capacidad de la arqueología para revelar aspectos insospechados de la historia humana. La conservación del tejido cerebral, un evento poco común debido a la rápida descomposición, sugiere condiciones ambientales o rituales específicos que permitieron su preservación. Investigaciones previas en Turquía han documentado la conservación de restos humanos bajo diversas circunstancias, como la carbonización o la congelación, lo que subraya la importancia de estos descubrimientos para entender las prácticas antiguas y la biología humana.
La fortaleza misma, construida por el rey Rusa II alrededor del 670 a.C., es un testimonio de la avanzada ingeniería y organización social de los urartianos, quienes empleaban técnicas constructivas como el uso de piedras entrelazadas para resistir sismos, como se ha observado en la excavación de sus muros exteriores. La continua exploración de sitios como Ayanis no solo enriquece nuestro conocimiento del pasado, sino que también ofrece una perspectiva sobre la resiliencia y la adaptabilidad de las civilizaciones antiguas frente a los desafíos de su entorno.