Ámbar Antártico: La Prueba Irrefutable de Bosques Templados en el Cretácico

Editado por: Uliana S.

Por primera vez en la historia de la investigación polar, la comunidad científica ha logrado confirmar el hallazgo de muestras de ámbar en el continente antártico. Este descubrimiento proporciona una prueba material irrefutable de que hace aproximadamente 90 millones de años, durante el período Cretácico, existieron exuberantes bosques templados en esta región, un escenario difícil de imaginar hoy. Los diminutos fragmentos de ámbar, que apenas alcanzan el tamaño de un milímetro, fueron recuperados de sedimentos marinos profundos. La extracción se llevó a cabo en 2017, a una profundidad exacta de 946 metros, en la zona de la Bahía de Pine Island, situada en la Antártida Occidental. Esta crucial operación de perforación fue realizada a bordo del buque rompehielos científico alemán «Polarstern».

Bautizado como el «ámbar de la Isla Pine» en honor al lugar de su descubrimiento, este material funciona como una auténtica cápsula del tiempo geológico. El ámbar encapsula la memoria de una época radicalmente distinta y cálida para el continente blanco. La evidencia directa sugiere que, en aquel entonces, la Antártida albergaba densos bosques húmedos de coníferas, caracterizados por inviernos suaves y completamente libres de hielo. Este clima benigno era sostenido por una elevada concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que generaba un potente efecto invernadero natural. Dicha condición es coherente con las concepciones generales sobre las temperaturas globales significativamente más altas que prevalecieron durante el período Cretácico.

Los resultados de un minucioso análisis de estas muestras fueron detallados y publicados en la prestigiosa revista Antarctic Science. El estudio reveló que el ámbar contenía microinclusiones de restos de corteza de árboles ancestrales. Además, se identificaron claros indicios de un flujo patológico de resina. Este último hallazgo es particularmente revelador, ya que indica que los árboles secretaban resina para sanar daños provocados por plagas o, posiblemente, por incendios forestales, eventos que eran comunes en el clima cálido de aquella era. El descubrimiento del ámbar, junto con esporas fosilizadas, polen y una fina capa de carbón pardo (lignito) que lo acompañaban, corrobora la existencia de ecosistemas diversos, incluyendo helechos y plantas con flores.

Estos datos recién obtenidos poseen una importancia crítica e ineludible para refinar y calibrar los modelos climáticos del pasado terrestre con una precisión sin precedentes. La capacidad de comprender cómo funcionaba el planeta en un contexto de temperaturas globales tan elevadas y bajo condiciones climáticas tan radicalmente diferentes a las actuales, proporciona a los científicos climatólogos información invaluable. Esta información es esencial para evaluar los mecanismos de retroalimentación y proyectar los cambios climáticos contemporáneos con mayor certeza. El hallazgo subraya de manera contundente que incluso los paisajes más gélidos y aparentemente inmutables, como la Antártida, guardan vestigios de profundas transformaciones históricas. Este ámbar nos recuerda la naturaleza cíclica, pero a veces extrema, de los procesos naturales que rigen la Tierra.

Fuentes

  • okdiario.com

  • Muy Interesante

  • Colglobal News

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