La anatomía de la siringe y el tamaño cerebral determinan la maestría vocal de las aves en la imitación de sonidos complejos

Editado por: Olga Samsonova

Un reciente estudio científico ha arrojado luz sobre los factores que rigen la capacidad de ciertas especies aviares para replicar con precisión sonidos electrónicos complejos, específicamente las características señales del droide R2-D2, inmortalizado en la saga cinematográfica "Star Wars". Investigadores de la Universidad de Ámsterdam y la Universidad de Leiden, ambas en los Países Bajos, llevaron a cabo un análisis comparativo de la destreza vocal en especies conocidas por su mimetismo, como los loros y los estorninos. Los hallazgos de este trabajo, publicados en la prestigiosa revista Scientific Reports, se basan en la meticulosa revisión de 115 grabaciones de vídeo recopiladas a través de la iniciativa ciudadana "Bird Singalong Project", centrándose en la imitación de patrones acústicos tanto sencillos como multitono.

Una observación clave reveló una paradoja intrigante: las especies de menor tamaño, como los periquitos y las cacatúas, demostraron una mayor precisión al reproducir los sonidos sintéticos. Sorprendentemente, los loros de mayor envergadura, a pesar de poseer estructuras cerebrales más desarrolladas, obtuvieron peores resultados en la imitación de estas señales robóticas. Los científicos postulan que, si bien los loros grandes pueden asimilar un repertorio más amplio de sonidos, lo hacen con menor nivel de detalle. Esta diferencia podría estar ligada a su necesidad de interacción social más activa, mientras que las especies más pequeñas podrían dedicar más tiempo y concentración a perfeccionar cada imitación sonora individual.

El estudio también estableció una correlación directa entre la exactitud vocal y ciertas características de la estructura cerebral. Se encontró que las áreas centrales del cerebro y los núcleos periféricos de menor tamaño estaban asociados con una reproducción de tonos únicos de mayor calidad. No obstante, el factor decisivo para la imitación de sonidos complejos y multitono, como los emitidos por R2-D2, resultó ser la estructura anatómica del aparato fonador. Los estorninos superaron a los loros en la reproducción de estas complejas secuencias gracias a su siringe, la cual, a diferencia de la de los loros, cuenta con dos fuentes de sonido independientes. Esta dualidad les permite generar múltiples tonos de manera simultánea.

La siringe, que es el órgano vocal de las aves, se localiza en la base de la tráquea y opera mediante la vibración de las membranas timpánicas y el pliegue traqueal al paso del aire, ya que las aves carecen de las cuerdas vocales características de los mamíferos. Este órgano fue bautizado en honor a Thomas Henry Huxley a mediados del siglo XIX y se especula que pudo haber surgido en sus ancestros dinosaurios. Los loros, al igual que los humanos, solo pueden producir un tono a la vez, lo que restringe significativamente su capacidad para copiar con fidelidad las complejas señales polifónicas diseñadas por el experto en sonido Ben Burtt.

En resumen, la investigación concluye que para alcanzar un alto grado de mimetismo vocal, especialmente en tareas acústicas exigentes, no solo son cruciales las capacidades cognitivas vinculadas al tamaño del cerebro, sino también la flexibilidad anatómica y una marcada propensión al comportamiento exploratorio. Si bien los estorninos evidenciaron una clara superioridad en la imitación de los sonidos más complejos, ambos grupos de aves lograron replicar con éxito los sonidos de R2-D2 que eran más sencillos y monofónicos. Esto subraya la naturaleza multifactorial del aprendizaje vocal en las aves, donde las características morfológicas desempeñan un papel tan significativo como la sofisticación de las redes neuronales.

Fuentes

  • La Nación, Grupo Nación

  • Scientific Reports

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