La inteligencia artificial (IA) se perfila como un motor de crecimiento sin precedentes para el mercado de valores estadounidense, con proyecciones que sugieren un incremento de hasta 16 billones de dólares en la capitalización de mercado del S&P 500 para 2025. Este avance se sustenta en la capacidad de la IA para optimizar la eficiencia operativa y generar nuevas fuentes de ingresos en diversos sectores.
Morgan Stanley estima que la IA podría generar beneficios netos anuales de aproximadamente 920 mil millones de dólares para las grandes empresas. De esta cifra, se espera que la IA agentic, que realiza tareas virtuales de forma autónoma, aporte 490 mil millones de dólares, mientras que la IA embodied (robótica humanoide) contribuiría con 430 mil millones de dólares. Estas tecnologías no solo prometen reducir costos operativos y optimizar la fuerza laboral, sino también redefinir las operaciones empresariales, impulsando la innovación y la productividad.
Sectores como el comercio minorista, el transporte y los bienes de consumo se anticipa que serán los principales beneficiarios, pudiendo duplicar sus ingresos antes de impuestos para 2026 gracias a la adopción de la IA. La IA agentic impactará un rango más amplio de ocupaciones, mientras que la IA embodied, aunque con un impacto más focalizado, tiene una mayor probabilidad de automatizar tareas y desplazar empleos en los roles donde se aplique.
Se estima que hasta el 90% de los empleos existentes podrían verse afectados por la automatización y la mejora de procesos impulsada por la IA. Sin embargo, también se prevé la creación de nuevos roles, como "analista de cadena de suministro de IA" o "eticista de IA", lo que subraya la necesidad de readaptación y desarrollo de nuevas habilidades para capitalizar las oportunidades emergentes y navegar los cambios en el panorama profesional.