Galaroza, ubicado en el corazón del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, se presenta como un enclave de notable belleza natural e histórica. Conocido como el "valle encantado", este pueblo onubense se caracteriza por sus bosques de castaños y encinas, y la pureza de sus arroyos.
La localidad ostenta la distinción de Conjunto Histórico-Artístico, lo que se refleja en sus calles empinadas y casas encaladas con balcones de forja. La Iglesia de la Inmaculada Concepción domina el paisaje urbano. Los senderos que conectan Galaroza con pueblos vecinos como Castaño del Robledo y Valdelarco permiten descubrir cascadas y un bosque de castaños que en otoño ofrece una paleta de colores ocres y dorados.
La historia de Galaroza está profundamente ligada al cultivo del castaño, una tradición que se remonta al siglo XIII. La cooperativa Castañera Serrana juega un papel fundamental en la conservación de variedades genéticas y la calidad de la castaña, un producto que, a pesar de los desafíos en los costes de producción, sigue siendo un motor económico para la comarca.
La destreza artesanal se manifiesta en la "cachonera", una tradición de carpintería que produce muebles y utensilios de madera, así como en la elaboración de sillas de estilo sevillano con reconocimiento internacional. La gastronomía local se nutre de productos ibéricos, setas de temporada y las frutas y verduras de sus huertas, destacando los "peros" de Galaroza, que dan nombre a sus habitantes, los cachoneros.
La riqueza cultural de Galaroza se complementa con leyendas, como la del príncipe bereber Ysmail, que inspiran rutas teatralizadas y eventos que sumergen a los visitantes en la historia del "Valle Encantado". Visitar Galaroza es una invitación a la desconexión y a la reconexión con la autenticidad, ofreciendo un remanso de paz y una profunda apreciación por su herencia andaluza.