El 21 de agosto de 2025, Estados Unidos y la Unión Europea anunciaron la culminación de un acuerdo marco comercial integral, profundizando los lazos económicos bilaterales y la estabilidad de la inversión. Este acuerdo, que se basa en un entendimiento político previo del 27 de julio de 2025, introduce ajustes arancelarios y compromisos de inversión significativos.
Bajo los términos del acuerdo, Estados Unidos impondrá un arancel del 15% a la mayoría de las importaciones de la UE, abarcando sectores estratégicos como automóviles, productos farmacéuticos, semiconductores y madera. A cambio, la UE eliminará los aranceles sobre todos los bienes industriales estadounidenses y mejorará el acceso al mercado para productos agrícolas de EE. UU. La reducción de los aranceles estadounidenses sobre los automóviles europeos, actualmente del 27,5%, se implementará en las próximas semanas, supeditada a la reducción de los aranceles de la UE sobre los productos estadounidenses.
En un movimiento significativo para fortalecer la seguridad energética y la innovación tecnológica, la UE se ha comprometido a adquirir 750 mil millones de dólares en productos energéticos de EE. UU. y 40 mil millones de dólares en chips de IA para 2028. Además, se espera que las empresas de la UE inviertan 600 mil millones de dólares en sectores estratégicos de EE. UU. para el mismo año.
El acuerdo también aborda las barreras no arancelarias y las normas de comercio digital. Las discusiones sobre regulaciones digitales, como la Ley de Servicios Digitales de la UE, han presentado complejidades. Estados Unidos considera que estas normativas imponen costos a las empresas tecnológicas estadounidenses, mientras que la UE considera que flexibilizar estas regulaciones es una "línea roja" inaceptable. Un estudio reciente estima que las regulaciones de servicios digitales de la UE imponen costos anuales de hasta 97.600 millones de dólares a las empresas estadounidenses, incluyendo miles de millones en costos de cumplimiento y posibles multas.
Este marco comercial es un paso crucial para estabilizar las relaciones económicas transatlánticas en un momento de cambios económicos globales. La resolución de las tensiones comerciales y el establecimiento de nuevas estructuras arancelarias y compromisos de inversión tienen implicaciones inmediatas para las empresas y los consumidores en ambos lados del Atlántico.
Las implicaciones para el sector digital son notables, ya que la UE se ha comprometido a no adoptar tarifas por uso de red. Sin embargo, la UE no se ha comprometido a eximirse de la aplicación de su regulación digital ni a considerar impuestos digitales, lo que sugiere que las negociaciones en curso sobre estos temas podrían continuar.
El acuerdo, que representa una modernización de la alianza transatlántica, tiene como objetivo reequilibrar la relación económica entre las dos economías más grandes del mundo. Se espera que impulse las exportaciones estadounidenses, expanda las oportunidades comerciales y ayude a reducir el déficit comercial de bienes entre Estados Unidos y Europa, fomentando así una asociación económica más equitativa y mutuamente beneficiosa.