El gobierno del Líbano ha anunciado un plan para desarmar a Hezbolá para finales de 2025, con el objetivo de reafirmar la autoridad del Estado sobre todas las armas en el país. Esta iniciativa se produce bajo una considerable presión de Estados Unidos e Israel, y ha generado una fuerte oposición por parte de Hezbolá, que vincula su desarme a la retirada israelí y al cese de los ataques aéreos.
Hezbolá ha rechazado enérgicamente la propuesta, calificándola de "grave pecado" y una acción que "sirve plenamente a los intereses de Israel". El grupo ha declarado que tratará la decisión "como si no existiera", insistiendo en que cualquier desarme solo puede ocurrir después de que Israel se retire de los territorios ocupados y detenga sus agresiones. La organización, respaldada por Irán, considera que la presión estadounidense y las acciones israelíes son dictados externos que socavan la soberanía libanesa. El asesor de asuntos exteriores del Líder Supremo iraní, Ali Akbar Velayati, afirmó que Irán "ciertamente se opone al desarme de Hezbolá" y que siempre ha apoyado la resistencia libanesa.
En respuesta a estas presiones, el gabinete libanés ha encomendado al ejército la tarea de elaborar un plan detallado para la implementación del desarme antes de finales de agosto. Este plan busca consolidar todas las armas bajo el control del Estado. La propuesta estadounidense, presentada por el enviado especial Tom Barrack, contempla un enfoque por fases que incluye la retirada israelí de posiciones clave en el sur del Líbano y la liberación de prisioneros libaneses, a cambio de la desmilitarización de Hezbolá.
La situación ha provocado profundas divisiones internas en el Líbano, con ministros de Hezbolá y sus aliados chiítas retirándose de las sesiones del gabinete en señal de protesta. Expertos advierten que un intento de desarme forzoso podría desencadenar un conflicto interno y una posible división dentro del propio ejército libanés. El futuro de esta iniciativa dependerá de la delicada navegación del gobierno libanés entre las demandas internacionales, la resistencia de Hezbolá y la necesidad de mantener la estabilidad regional.