Una propuesta innovadora, concebida por el astrofísico Cosimo Bambi, busca redefinir los límites de la exploración espacial mediante el envío de naves espaciales diminutas, no más pesadas que un clip, a las proximidades de un agujero negro. El objetivo principal de esta misión es someter la teoría de la relatividad general de Albert Einstein a pruebas rigurosas en uno de los entornos más extremos del cosmos. El concepto se basa en el desarrollo de "nanocraft", vehículos espaciales en miniatura equipados con sensores y una vela solar. Estos nanocraft serían impulsados por potentes láseres terrestres, alcanzando velocidades cercanas a un tercio de la velocidad de la luz. A esta velocidad, una nave podría llegar a un agujero negro situado a una distancia de 20 a 25 años luz en aproximadamente 60 a 75 años. La transmisión de datos de regreso a la Tierra añadiría otros 20 a 25 años, completando una misión que abarcaría casi un siglo.
El propósito fundamental de esta ambiciosa empresa es determinar la existencia de los horizontes de sucesos, las fronteras teóricas de los agujeros negros de las cuales nada, ni siquiera la luz, puede escapar. Si bien la relatividad general predice estos fenómenos, su confirmación directa ha eludido a los científicos. La misión propone que un nanocraft observe a otro mientras se acerca al agujero negro. Si se confirma la existencia de un horizonte de sucesos, la señal de la sonda que cae debería experimentar un desplazamiento al rojo gradual y desvanecerse, alineándose con las predicciones de Einstein. Sin embargo, si el agujero negro resulta ser una "bola de pelusa" teórica sin horizonte de sucesos, la señal podría desaparecer de forma más abrupta, lo que indicaría la presencia de física más allá de la relatividad general. La realización de esta misión depende de dos avances tecnológicos cruciales: el descubrimiento de un agujero negro suficientemente cercano y el desarrollo de sistemas de propulsión láser avanzados y naves espaciales miniaturizadas capaces de soportar un viaje interestelar. Si bien el agujero negro conocido más cercano se encuentra a más de 1.500 años luz de la Tierra, los modelos de evolución estelar sugieren que podrían existir agujeros negros aún no detectados mucho más cerca, potencialmente a solo 20 a 25 años luz de distancia. La tecnología de propulsión láser, similar a la explorada en iniciativas como Breakthrough Starshot, es fundamental para alcanzar estas velocidades relativistas. El costo estimado para el desarrollo de la matriz láser necesaria se sitúa en torno a los mil millones de euros en las próximas tres décadas, un gasto comparable al de las misiones espaciales emblemáticas actuales. Este audaz concepto representa un salto adelante en nuestra comprensión del universo, ofreciendo una vía sin precedentes para sondear los misterios de los agujeros negros y las profundidades de la relatividad general.