En agosto de 2025, el proyecto del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER), ubicado en el sur de Francia, marcó un hito significativo con la recepción de un componente esencial proveniente de China. Este sistema masivo de suministro de energía magnética es fundamental para el funcionamiento del tokamak, el dispositivo que confina el plasma para la fusión nuclear.
El componente entregado, conocido como los alimentadores de la bobina de corrección, tiene un diámetro de 15 metros y pesa aproximadamente 3.5 millones de libras (alrededor de 1,587 toneladas métricas). Este elemento juega un papel crucial en la gestión de la energía y la refrigeración de los imanes, además de funcionar como una característica de seguridad crítica. La fabricación y entrega de este componente representa un logro de ingeniería considerable, desarrollado por el Instituto de Física de Plasma de la Academia China de Ciencias, y es parte de un paquete de adquisición complejo que demuestra la capacidad tecnológica de China en este campo.
La llegada de esta pieza subraya la importancia de la cooperación internacional en el avance de la tecnología de fusión nuclear. El proyecto ITER es un esfuerzo colaborativo global que involucra a siete socios principales: la Unión Europea, China, Estados Unidos, Rusia, Japón, India y Corea del Sur. Esta alianza global es vital para superar los desafíos técnicos y financieros, con un costo estimado que supera los 24 mil millones de dólares. La colaboración se remonta a 1985, cuando una cumbre entre los líderes de Estados Unidos y la Unión Soviética sentó las bases para la cooperación en el desarrollo de la energía de fusión.
La fusión nuclear ofrece ventajas sustanciales sobre los métodos actuales de producción de energía, generando una cantidad mínima de residuos radiactivos de larga duración y muy poco CO₂. El objetivo es replicar el proceso del sol, fusionando núcleos de hidrógeno para generar calor y luz, con el potencial de transformar la producción de energía hacia un sistema más limpio y sostenible. La energía liberada por la fusión es inmensa; se estima que un gramo de combustible de deuterio-tritio produce la misma cantidad de energía que 11 toneladas de carbón.
Sin embargo, los desafíos técnicos y financieros son inmensos. El proyecto ha experimentado retrasos y aumentos de costos, con una nueva hoja de ruta que apunta a una fase inicial de operaciones en 2035. A pesar de estos obstáculos, los beneficios potenciales hacen que la búsqueda de soluciones energéticas sostenibles sea un empeño valioso. Las fases futuras serán críticas para determinar si esta tecnología puede escalarse para uso industrial, marcando el comienzo de una nueva era energética.
A medida que avanza el trabajo en Cadarache, la pregunta fundamental sigue siendo si esta compleja tecnología puede dominarse para transformar nuestro futuro energético, demostrando la capacidad de la humanidad para unirse en la búsqueda de soluciones energéticas globales.