El boxeo mundial femenino ha sido reescrito por la meteórica figura de Camila Samorano. A la edad de 17 años, la pugilista mexicana se coronó campeona mundial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en la división de peso átomo, con un peso oficial registrado de 46.26 kilogramos. Este triunfo la establece como la monarca femenina más joven en la historia de este deporte, marcando un hito sin precedentes en las categorías femeninas del CMB.
El ascenso de Samorano ha sido notablemente rápido. Su carrera profesional comenzó hace poco más de un año, justo al alcanzar la edad mínima requerida para obtener su licencia en México. En este breve lapso, su récord profesional se mantiene inmaculado: doce victorias en doce contiendas, incluyendo un triunfo por nocaut técnico. Este desempeño subraya una disciplina y concentración que superan su juventud, evidenciando una comprensión estratégica avanzada del combate.
La hazaña de Samorano, quien se coronó en Hermosillo, Sonora, tras vencer por decisión unánime a la experimentada Mika Iwakawa, de 41 años, resuena en el contexto de los récords históricos. Si bien Wilfred Benítez ostenta el récord general como el campeón mundial más joven, al ganar el título de la AMB a los 17 años y 5 meses en 1976, el logro de la mexicana redefine los parámetros femeninos. Este hecho contrasta con la edad promedio de campeonas femeninas, como la ex campeona alemana Tina Rupprecht, quien obtuvo su cinturón a los 33 años.
La victoria de Samorano, ocurrida apenas una semana después de graduarse de la preparatoria, ha generado un considerable eco internacional. Su rápida transición de novata a campeona indiscutible es vista como un reflejo de la evolución en la formación de talentos deportivos. El caso invita a analizar cómo una dedicación enfocada y un soporte adecuado han permitido a la joven alinear su potencial con logros extraordinarios en el momento preciso, superando las barreras de edad establecidas en el deporte.