La exploración de los beneficios nutricionales de diversos granos está abriendo nuevas vías para una nutrición corporal más efectiva. El roti multigrano, una mezcla de harinas que incluye sorgo, mijo y garbanzo, destaca por su alto contenido de fibra dietética, esencial para la salud digestiva y la regulación de los niveles de azúcar en sangre. Esta combinación de ingredientes aporta un amplio espectro de vitaminas, minerales y antioxidantes, promoviendo el bienestar general.
Paralelamente, el makki roti, un pan plano sin gluten a base de harina de maíz, se presenta como otra opción nutritiva. Su elevado contenido de fibra contribuye a la digestión y promueve una sensación de saciedad prolongada. Este pan tradicional de la India es también una fuente de antioxidantes beneficiosos para la salud ocular y de vitaminas del grupo B, cruciales para el metabolismo energético y la vitalidad. La harina de maíz es rica en fibra, lo que ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre al liberar gradualmente el azúcar, evitando picos de insulina. Además, el makki roti es una fuente de vitaminas A, C, K y del complejo B, así como de hierro, fósforo y zinc. Es naturalmente libre de gluten, lo que lo convierte en una excelente alternativa para personas intolerantes a este o con enfermedad celíaca. También puede contribuir a reducir el colesterol malo en las arterias y, al ser naturalmente cálido, ayuda a mantener la temperatura corporal en climas fríos.
En el ámbito de la nutrición, se debate la conveniencia de consumir granos de forma individual para optimizar la digestión y absorción de nutrientes. Si bien tanto el roti multigrano como el makki roti pueden ser valiosas adiciones a una dieta equilibrada, la elección óptima depende de las necesidades y la respuesta individual. La diversidad en la dieta, sin embargo, es un principio fundamental para asegurar un aporte completo de nutrientes esenciales.
La investigación moderna ha comenzado a destacar el potencial de granos ancestrales como el amaranto y la quinoa. El amaranto es notable por su perfil proteico completo, conteniendo todos los aminoácidos esenciales, algo poco común en los granos. Es una excelente fuente de hierro y magnesio, vitales para la producción de energía y la función muscular. El amaranto contiene entre un 12% y 19% de proteína, superando a cereales como el maíz y el arroz, y entre un 60% y 80% más que el trigo. También es rico en fibra, vitaminas A, B, C, ácido fólico, niacina, calcio y fósforo. Por su parte, la quinoa, reconocida por su versatilidad culinaria, ofrece un perfil nutricional robusto con fibra, proteínas y una variedad de micronutrientes. La quinoa contiene entre un 10% y 16% de proteína y es considerada el único alimento de origen vegetal que provee todos los aminoácidos esenciales, con un balance superior al del trigo, cebada y soya. Ambos, amaranto y quinoa, son libres de gluten y poseen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Estos granos no solo representan un legado culinario, sino también una oportunidad para diversificar la ingesta nutricional y reconectar con prácticas alimentarias más sostenibles y beneficiosas para la salud. La integración de estos "supergranos" en la dieta moderna puede ser un paso significativo hacia una nutrición más completa y resiliente, reflejando una sabiduría ancestral que cobra nueva relevancia en nuestro tiempo.