La apertura del testamento de Giorgio Armani, fallecido el 4 de septiembre de 2025 a los 91 años, ha desvelado los planes para la continuidad de su imperio de moda. Los documentos, fechados en marzo y abril de 2025, fueron abiertos el 9 de septiembre de 2025 en Milán, revelando la meticulosa planificación del diseñador para el futuro de su legado.
Armani, quien no tuvo hijos ni herederos legales directos, poseía el 99.9% de las acciones de Giorgio Armani S.p.A., con el 0.1% restante en manos de la Fundación Giorgio Armani. Establecida en 2016, la fundación tiene como objetivo principal garantizar la independencia y estabilidad de la compañía, jugando un papel crucial en el plan de sucesión. Sus estatutos detallan un sistema de gobernanza con seis categorías de acciones y derechos de voto diferenciados, asegurando una transición gradual y sólida de responsabilidades.
Entre los beneficiarios directos se encuentran sus sobrinas Silvana y Roberta Armani, hijas de su hermano Sergio, y Andrea Camerana, hijo de su hermana Rosanna. Además, su pareja de muchos años y mano derecha, Pantaleo Dell'Orco, ocupa una posición significativa en la gestión de la empresa y se perfila como un receptor clave de los deseos testamentarios de Armani. El testamento estipula la venta de un 15% de las acciones de la casa de moda en un plazo de 18 meses, con preferencia para LVMH, L'Oréal o EssilorLuxottica, o la posibilidad de una oferta pública inicial (OPI).
Los activos personales de Armani incluían residencias de prestigio en Italia (Pantelleria, Milán, Forte dei Marmi, Oltrepò Pavese) y propiedades en el extranjero (Saint Moritz, París, Saint Tropez). Su patrimonio también abarcaba colecciones de arte y participaciones en empresas como EssilorLuxottica y el club de baloncesto Olimpia Milano. La fortuna personal de Armani, estimada entre 8 y 13 mil millones de dólares, será gestionada a través de la fundación, con fondos reinvertidos en la empresa o dirigidos a causas benéficas.
La Fundación Giorgio Armani tiene la encomienda de asegurar la continuidad y evolución de la compañía, honrando la visión y los valores del fundador. La transición gradual de responsabilidades busca preservar la independencia y la identidad de la marca, evitando cambios abruptos y garantizando una gestión coherente a lo largo del tiempo.