El sector de la moda de lujo en Rusia muestra una notable resiliencia a pesar de las sanciones impuestas tras la invasión de Ucrania. Las grandes marcas europeas han enfrentado importantes caídas en sus ventas, sin embargo, los consumidores adinerados han encontrado vías alternativas para acceder a artículos de moda de alta gama.
Desde 2022, la Unión Europea ha restringido la venta de bienes de lujo a Rusia, limitando las transacciones a productos con un valor inferior a 300 euros. Esto ha alimentado, involuntariamente, un mercado paralelo, donde los rusos adinerados dependen de una red de revendedores, compradores personales y contrabandistas para obtener productos exclusivos de diseñadores. Las plataformas de redes sociales como Instagram y Telegram se han convertido en canales clave para estos revendedores, quienes ofrecen mercancías muy demandadas provenientes de Europa y los EAU.
Una figura notable en este mercado subterráneo es Lliyenish, un comprador personal con más de 10,000 seguidores en redes sociales. Los registros aduaneros indican que países como China y Dubái actúan como intermediarios para los bienes de lujo destinados a Rusia. Un envío significativo de más de 300 bolsos de Bottega Veneta, valorados en alrededor de 1,800 dólares cada uno, fue enviado recientemente de Dubái a Rusia a través de un revendedor con sede en China.
Mientras algunas marcas intentan navegar por las restricciones ajustando los precios justo por debajo de los límites impuestos, estas acciones son vistas por los analistas como intentos de eludir las sanciones. Los revendedores independientes han reportado un aumento en sus operaciones, con un revendedor italiano, Mikhail, afirmando enviar hasta 20 paquetes por semana, ganando comisiones sustanciales.
Este comercio subterráneo no solo preserva el acceso de las élites a productos de lujo, sino que también tiene implicaciones políticas más amplias. Los expertos argumentan que el flujo continuo de bienes de lujo socava la efectividad de las sanciones, desafiando la noción de que Rusia está aislada del mercado global.