Una tormenta geomagnética inesperada golpeó la Tierra, a pesar de que el Sol se encuentra en el pico de su ciclo de 11 años. Este evento es inusual porque no fue causado por una eyección de masa coronal (EMC), la fuente típica de tales tormentas.
En cambio, la tormenta se originó a partir de un viento solar de alta velocidad que escapaba de un agujero coronal. Los agujeros coronales son áreas donde el campo magnético del Sol se abre hacia afuera, liberando corrientes de partículas a velocidades inusualmente altas.
La tormenta alcanzó el nivel G3 en la escala NOAA los días 28 y 29 de mayo, y luego disminuyó a G1. Los expertos sugieren que la intensidad podría volver a subir a G2 antes de que se disipe, y los efectos podrían continuar durante varias horas.
Las tormentas G3 pueden afectar a los satélites, los sistemas de navegación y las comunicaciones por radio, y causar auroras en latitudes más bajas. No se han reportado daños significativos, y se espera que las auroras permanezcan confinadas a latitudes más altas.
Si bien tales tormentas no son sorprendentes durante el pico del ciclo solar, el período prolongado de alta actividad plantea riesgos para la tecnología. Los científicos continúan monitoreando la situación y recopilando datos.