El Sol, nuestra estrella central, continúa demostrando una actividad enigmática y recurrente, manifestándose principalmente en su cara oculta, aquella que permanece invisible desde la Tierra. Tras la detección de una explosión inicial de inmensa potencia, registrada por el coronógrafo LASCO/C3 entre el 21 y el 22 de octubre de 2025, se han sucedido dos eyecciones de masa coronal (CME) adicionales de gran magnitud. Estos sucesos, que se han producido con una sorprendente cadencia de aproximadamente 24 horas, han generado una coyuntura excepcional en el espacio interplanetario. El objetivo unificado de esta triple arremetida solar ha sido el inusual visitante de nuestro sistema: el objeto interestelar 3I/ATLAS.
La magnitud del primer evento subraya las dimensiones colosales de nuestro astro. Esta primera eyección fue proyectada directamente hacia la trayectoria del cometa. Los astrónomos especializados calcularon que el frente de plasma incandescente impactaría a 3I/ATLAS el 24 de octubre, sumergiéndolo en una densa nube de material solar por un lapso que podría extenderse hasta dos días completos. La dinámica de la tormenta se intensificó notablemente al producirse las dos eyecciones subsiguientes con solo un día de diferencia entre ellas.
En cuanto a la segunda Eyección de Masa Coronal (CME), su estructura asimétrica sugería que su trayectoria solo rozaría tangencialmente al cometa. Se anticipaba que la mayor parte de esta oleada de plasma se desviaría y continuaría su camino hacia el sector norte del objeto.
No obstante, la tercera descarga de plasma no dejó lugar a dudas. Al estar dirigida de lleno hacia el objetivo, esta última erupción confirmó de manera irrefutable la clara periodicidad y el patrón cíclico de la región activa que permanece oculta en el hemisferio solar opuesto.
Los protagonistas centrales de este drama cósmico son, evidentemente, el Sol y el cometa 3I/ATLAS. Mientras el cometa está soportando una verdadera "tormenta coronal" de proporciones épicas, es crucial destacar que la Tierra se encuentra en completa seguridad. Todas las eyecciones de masa coronal han sido proyectadas en dirección opuesta a nuestro planeta, eliminando cualquier riesgo para sus habitantes.
El objeto interestelar 3I/ATLAS posee un núcleo impresionante, con un diámetro estimado de 5.6 kilómetros y una masa calculada en 33 mil millones de toneladas. Este cuerpo ya había sobrevivido a un encuentro previo con el plasma solar a finales del mes de septiembre. Aquel evento marcó un hito histórico: fue la primera interacción documentada de una CME solar con materia originaria de fuera de los confines de nuestro Sistema Solar. Las observaciones posteriores, realizadas incluso con la ayuda del Telescopio Espacial James Webb (JWST), revelaron que el impacto del plasma había deformado temporalmente la cola del cometa y, potencialmente, había desencadenado una liberación anómala de dióxido de carbono.
Para la comunidad científica, este encadenamiento de sucesos constituye un experimento natural sin precedentes. Este fenómeno ofrece una oportunidad invaluable para desentrañar nuevos misterios, tanto sobre la dinámica y el comportamiento del Sol, como sobre la composición y la naturaleza de la materia que viaja desde las profundidades de la Galaxia.
