La capa de ozono, nuestro escudo protector contra la dañina radiación ultravioleta del sol, sigue demostrando una notable capacidad de regeneración. Informes recientes de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirman que el agujero antártico de ozono en 2024 fue significativamente menor que en años precedentes, marcando una tendencia positiva que se proyecta hacia una recuperación completa para el año 2066. Este avance es un poderoso recordatorio de la efectividad de la acción coordinada a nivel internacional.
El pico del agujero de ozono antártico en 2024 se registró el 29 de septiembre, con un déficit de 46.1 millones de toneladas de ozono. Esta cifra representa una mejora considerable en comparación con la media del período 1990-2020 y con los registros de 2020 y 2023, años en los que el déficit superó las 50,000 toneladas. La recuperación observada subraya la efectividad de las medidas adoptadas globalmente.
Este año marca el 40 aniversario de la Convención de Viena (1985), el acuerdo pionero que reconoció la amenaza del agotamiento del ozono, y el 38 aniversario del Protocolo de Montreal (1987). Este último tratado ha sido fundamental al prohibir sustancias perjudiciales como los clorofluorocarbonos (CFC) y los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), que antes se utilizaban ampliamente en refrigeración, aire acondicionado y sistemas de extinción de incendios. La comunidad científica ha advertido desde mediados de la década de 1970 sobre el impacto de estas sustancias en la atmósfera.
La protección de la capa de ozono no solo salvaguarda la salud humana, previniendo el cáncer de piel y problemas oculares, sino que también protege los ecosistemas. El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha elogiado los acuerdos de Viena y Montreal como un "hito del multilateralismo", señalando que el progreso es posible cuando las naciones atienden las advertencias científicas, un mensaje que resuena con la urgencia de abordar la crisis climática. El Protocolo de Montreal ha logrado la eliminación de más del 99% de la producción y consumo de las sustancias que agotan el ozono.
Como resultado, se espera que la capa de ozono retorne a los niveles de 1980 a mediados de siglo, con una regeneración completa sobre el Polo Sur estimada para 2066. El programa Copernicus de la Unión Europea ha documentado esta mejora a través de videos que ilustran la disminución del tamaño y la profundidad del agujero, reforzando la narrativa de éxito.
Un hallazgo adicional de la investigación científica, liderada por la Universidad de Reading, sugiere que la capa de ozono regenerada podría contribuir hasta un 40% más al calentamiento global de lo previsto inicialmente, ya que el ozono estratosférico también actúa como un gas de efecto invernadero. Los expertos, como el profesor Bill Collins de la Universidad de Reading, enfatizan la necesidad de equilibrar los beneficios de la recuperación del ozono con estrategias más contundentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático.
La trayectoria de recuperación de la capa de ozono es un testimonio inspirador de lo que se puede lograr mediante la colaboración global y la respuesta a la evidencia científica. Sirve como un faro de esperanza, demostrando que los desafíos ambientales complejos pueden superarse cuando las naciones unen sus esfuerzos, guiadas por el conocimiento y un compromiso compartido con el bienestar del planeta.