Un agujero coronal masivo, que abarca cientos de miles de kilómetros, se ha formado en el Sol y está directamente frente a la Tierra. Esta estructura es visible en el disco solar y se espera que libere una corriente de viento solar.
Se prevé que esta corriente llegue a la Tierra el 25 de junio de 2025, lo que podría causar una tormenta geomagnética de clase G1, considerada menor. Si bien la intensidad es baja, tales tormentas pueden interrumpir las redes eléctricas en latitudes altas y afectar a los satélites.
También pueden influir en los animales migratorios. La aparición de agujeros coronales es común en la atmósfera exterior del Sol, donde las temperaturas alcanzan millones de grados.
En estas regiones, el plasma es más frío y menos denso, y el campo magnético de la estrella permanece abierto, lo que permite que el plasma se libere al espacio como viento solar.
Aunque la velocidad y la intensidad del viento solar asociado con estos agujeros coronales no se comparan con las generadas por las eyecciones de masa coronal (CME), aún pueden desencadenar tormentas geomagnéticas moderadas de tipo G2. En casos extremos, las tormentas G5 pueden tener efectos devastadores en la infraestructura global.
La física solar Valentina Penza explicó que estos "agujeros" aparecen como manchas oscuras en imágenes de ultravioleta extremo o rayos X. Estos no son vacíos reales, sino áreas donde el campo magnético solar permite que el plasma escape al espacio, produciendo viento solar que puede influir en la actividad geomagnética de la Tierra.
Cabe destacar que una tormenta solar de intensidad G5 del 10 al 13 de mayo de 2024 fue la más fuerte en 35 años, impactando significativamente la infraestructura tecnológica y registrada durante más de 55 horas.