En un estudio innovador publicado en PLOS One, un equipo internacional ha revolucionado nuestra comprensión de los Rollos del Mar Muerto. Utilizando una combinación de inteligencia artificial y datación por radiocarbono, los investigadores han retrasado la línea de tiempo de estos textos antiguos, revelando una conexión más cercana a la era de los autores bíblicos.
La investigación, que involucró a la Universidad de Pisa, la Universidad de Groningen y la Universidad del Sur de Dinamarca, analizó 135 rollos. Los hallazgos indican que muchos manuscritos son mucho más antiguos de lo que se creía anteriormente. Por ejemplo, los manuscritos en escritura asmonea, tradicionalmente fechados entre el 150 y el 50 a. C., ahora parecen ser anteriores a mediados del siglo II a. C., posiblemente incluso llegando al final del siglo III a. C.
Este estudio también identificó fragmentos del Libro de Daniel y Eclesiastés que datan de los siglos II y III a. C., respectivamente. Este marco temporal se alinea con el período presumido de los autores anónimos de los textos bíblicos, ofreciendo evidencia tangible para los estudiosos que estudian los orígenes y la transmisión de la Biblia. "Nuestra tarea era asegurar que los materiales enviados para la datación estuvieran lo más limpios posible y libres de residuos que pudieran alterar los resultados", explica la profesora Ilaria Degano de la Universidad de Pisa.
El equipo de Pisa desarrolló protocolos innovadores para eliminar contaminantes, como residuos de restauraciones antiguas, que podrían sesgar la precisión de la datación por radiocarbono. Este enfoque, altamente innovador, puede utilizarse en el futuro en otros manuscritos antiguos, ofreciendo un estándar avanzado para la preparación de muestras para la datación radiométrica. Los datos químico-físicos obtenidos fueron cruciales para entrenar a Enoch, un nuevo modelo predictivo basado en aprendizaje automático, capaz de estimar la edad de los manuscritos a partir de imágenes de las escrituras.
Enoch, desarrollado en la Universidad de Groningen, utiliza BiNet, una red neuronal profunda diseñada para analizar rastros de tinta y la morfología de los caracteres manuscritos. Validado a través de la datación por radiocarbono, el algoritmo logró una precisión sin precedentes, con un margen de incertidumbre de aproximadamente +/- 30 años, menor que el de las propias técnicas radiométricas en el período considerado. Este descubrimiento no solo reescribe los libros de historia, sino que también abre nuevas vías para comprender los orígenes de los textos religiosos.