Investigadores de la prestigiosa Universidad de Monash, ubicada en Australia, han revelado un chip nanofluídico revolucionario. Este desarrollo representa un avance crucial en la búsqueda de sistemas de computación que repliquen fielmente los procesos biológicos del cerebro humano. El dispositivo, cuyo tamaño es similar al de una moneda, opera mediante el uso de una Estructura Metalorgánica (MOF) diseñada específicamente para regular el flujo de iones a través de canales microscópicos. Este sistema imita directamente la función de conmutación que realizan los transistores electrónicos convencionales.
La hazaña central de esta investigación, cuyos hallazgos se hicieron públicos en la revista Science Advances en octubre de 2025, radica en la capacidad del chip para exhibir la propiedad de “plasticidad”. Esta cualidad le permite retener datos sobre señales previas, funcionando de manera análoga a cómo lo hacen las neuronas biológicas. El Profesor Huanting Wang, subdirector del Centro de Innovación de Membranas de Monash, enfatizó que la detección de una conductividad protónica no lineal en estado de saturación genera grandes expectativas para la creación de sistemas ionotrónicos. Estos sistemas incorporarían memoria intrínseca y potencial de aprendizaje. Por su parte, el Dr. Jun Lu, del Departamento de Ingeniería Química y Biológica de Monash, precisó que el dispositivo tiene la facultad de memorizar las variaciones del voltaje aplicado, lo que le confiere atributos de memoria a corto plazo.
Este hito tecnológico representa un cambio de paradigma, alejándose de las soluciones basadas únicamente en estado sólido para adoptar sistemas que emplean el movimiento de fluidos en el procesamiento de datos. En el ámbito del desarrollo de la inteligencia artificial (IA), donde la eficiencia energética y la adaptabilidad son factores determinantes, innovaciones como esta actúan como catalizadores para una reevaluación profunda del hardware actual. La computación neuromórfica, cuyo objetivo es emular la estructura cerebral, se perfila como la fase evolutiva subsiguiente, prometiendo mitigar el consumo energético colosal asociado a las arquitecturas tradicionales de von Neumann, caracterizadas por la separación física entre el procesador y la memoria.
La singularidad del chip, según explicó el Dr. Lu, reside en su compleja estructura jerárquica. Esta configuración permite una gestión selectiva y diferenciada de los flujos de protones y de iones metálicos, una capacidad que no se había observado previamente en el campo de la nanofluídica. Estos avances en la ionotrónica, una disciplina que emplea flujos de iones en lugar de electrones, nos acercan a la materialización de sistemas que pueden adaptarse a la información entrante, reflejando la asombrosa flexibilidad del conocimiento humano. Para asegurar la consolidación práctica de este éxito, los investigadores tienen ahora el desafío de centrarse en la escalabilidad y la integración de la tecnología. Es importante destacar que este desarrollo se inscribe en un contexto de inversión más amplio en computación avanzada: la Universidad de Monash ya había anunciado, en junio de 2025, una inversión de 60 millones de dólares destinada al superordenador MAVERIC, con el fin de impulsar la IA avanzada.