El ADN antiguo revela que el entierro de un niño en Portugal, hace 28.000 años, confirma el cruce entre humanos y neandertales, ofreciendo información sobre nuestra compleja ascendencia y prácticas culturales compartidas.
Investigadores reexaminaron un esqueleto descubierto hace 27 años en Portugal. Los restos, que exhiben rasgos tanto de humanos modernos como de neandertales, sugieren que el niño era un híbrido. Los métodos de datación actualizados ahora sitúan el entierro alrededor de hace 28.000 años, durante un período en que ambas poblaciones coexistieron en Europa.
Los huesos del niño estaban manchados con ocre rojo, un pigmento, lo que sugiere un entierro ritual. Las características mixtas del esqueleto apoyan la idea de que el cruce no era infrecuente. Esto desafía la noción de que tales uniones eran sucesos raros.
La datación tradicional con radiocarbono resultó poco fiable debido a la contaminación. Los científicos utilizaron un método que analiza la hidroxiprolina, un aminoácido en el colágeno óseo. Esto permitió una estimación de edad más precisa, confirmando que el niño vivió durante la superposición humano-neandertal.
Las proporciones de las extremidades del niño se parecían a las de los neandertales, mientras que los rasgos del cráneo eran similares a los de los humanos modernos. Esta mezcla de características refuerza la teoría del cruce. Sugiere que los individuos híbridos jugaron un papel en la evolución humana durante la Edad de Hielo.
La tumba también contenía pistas sobre prácticas culturales. La tinción con ocre rojo y el posible envoltorio de piel de animal sugieren rituales simbólicos. Estas prácticas pueden haber sido compartidas entre diferentes grupos humanos.
Si bien se encontraron huesos de ciervo y carbón vegetal cerca, la datación reveló que son anteriores al entierro. Por lo tanto, es probable que estos elementos no formaran parte del ritual funerario en sí. Los investigadores planean aplicar este método de datación a otros restos.
Este descubrimiento destaca la interconexión de los orígenes humanos. El entierro del niño refleja tradiciones compartidas y la mezcla de diferentes grupos. Da forma a nuestra comprensión de quiénes somos hoy.