Las plantas recuerdan el estrés sin cerebro: cambios epigenéticos y legado del suelo

Las plantas poseen la capacidad de recordar el estrés, un fenómeno que los científicos están estudiando activamente para mejorar la resiliencia de los cultivos en medio del cambio climático. Jurriaan Ton, profesor de Señalización Ambiental de Plantas en la Universidad de Sheffield, señala que las plantas, desde la colonización de la tierra hace 500 millones de años, han desarrollado mecanismos de defensa, incluida la capacidad de "recordar" encuentros estresantes y utilizar esta memoria para la autodefensa. Esta "preparación inmunológica" es similar a cómo las vacunas desarrollan la inmunidad humana, pero opera a través de diferentes mecanismos. A diferencia de los vertebrados con sistemas inmunitarios móviles y células de memoria, las plantas utilizan cambios "epigenéticos" dentro de sus células para almacenar información sobre ataques pasados y preparar su sistema inmunitario innato. Esto les permite resistir mejor las plagas y enfermedades, incluso si son genéticamente susceptibles. La investigación indica que la exposición repetida a plagas o enfermedades puede causar cambios epigenéticos duraderos en el ADN de las plantas, sin alterar la secuencia subyacente. Esto permite que las plantas permanezcan en un estado de defensa preparado. La preparación inmunológica se ha observado en varias especies de plantas, desde plantas anuales de vida corta como *Arabidopsis thaliana* [berro de Thale] hasta árboles de vida larga como el abeto noruego, que puede vivir hasta 400 años. Si bien la preparación inmunológica puede reducir el crecimiento, la memoria preparada es reversible y disminuye sin estrés continuo. Sin embargo, los estímulos de estrés fuertes pueden conducir a una preparación de por vida, incluso transmitida a las generaciones posteriores. Las plantas ajustan constantemente la actividad de los genes para adaptarse a su entorno, y los genes se desactivan a través de cambios epigenéticos, a menudo en los transposones (o "genes saltarines"), piezas de ADN que pueden moverse dentro del genoma. El estrés puede "despertarlos" parcialmente, impulsando la memoria duradera. Las plantas también utilizan su entorno para almacenar la memoria del estrés. Bajo ataque, liberan químicos de sus raíces, atrayendo microbios beneficiosos que suprimen las enfermedades. Este "legado del suelo" puede beneficiar a las futuras generaciones de plantas. En especies como el maíz, los científicos han identificado metabolitos secundarios que impulsan esta memoria de estrés externa, y algunos genes que controlan estos químicos de la raíz están regulados por mecanismos epigenéticos sensibles al estrés. Comprender las memorias de estrés de las plantas podría transformar la protección de los cultivos, reduciendo potencialmente la dependencia de los pesticidas químicos y creando cultivos mejor equipados para manejar los estreses ambientales. Esta investigación ofrece herramientas prometedoras para desarrollar esquemas de protección de cultivos más sostenibles.

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