El ADN antiguo revela sorprendentes verdades sobre la evolución del color de la piel en Europa

Durante décadas, los científicos creyeron que los primeros humanos modernos en Europa desarrollaron rápidamente una piel pálida para adaptarse a la tenue luz solar de la región. Sin embargo, un nuevo estudio desafía esta suposición, revelando que la mayoría de los habitantes de Europa tenían la piel oscura durante gran parte de su historia. Solo hace unos 3.000 años los tonos de piel más claros se volvieron dominantes. La evolución del color de la piel es compleja. Los primeros humanos en África probablemente tenían la piel oscura para protegerse de la intensa radiación UV. A medida que los humanos migraron hacia el norte, la piel más clara se volvió ventajosa para la producción de vitamina D. El nuevo estudio, que analiza a 348 individuos de hace entre 45.000 y 1.700 años, muestra que esta transición no fue sencilla. Incluso durante las edades de Cobre y Hierro (hace entre 5.000 y 3.000 años), la mitad de los individuos analizados tenían tonos de piel oscuros o intermedios. Ötzi, la momia del glaciar de 5.300 años de antigüedad, tenía la piel más oscura que los europeos del sur modernos, pero más clara que los africanos subsaharianos. "Es el tono de piel más oscuro que se ha registrado en individuos europeos contemporáneos", dijo el antropólogo Albert Zink. En 2018, se descubrió que el Hombre de Cheddar, de 10.000 años de antigüedad y originario de Gran Bretaña, tenía la piel marrón oscura y los ojos azules. El nuevo estudio, dirigido por Guido Barbujani en la Universidad de Ferrara en Italia, encontró que el 63% de los antiguos europeos tenían la piel oscura, el 8% tenía la piel pálida y el resto se encontraba en un punto intermedio. Estos hallazgos se basan en el ADN extraído de huesos y dientes, combinado con técnicas forenses. Los investigadores utilizaron un método probabilístico para estimar los rasgos de pigmentación a partir del ADN antiguo, probando su enfoque en el hombre de Ust'-Ishim de Siberia (45.000 años de antigüedad) y en un individuo de Suecia (9.000 años de antigüedad). Descubrieron que su método predecía de manera confiable los rasgos de pigmentación incluso con información genética limitada. Los primeros signos de pigmentación más clara aparecieron en el Mesolítico (hace entre 14.000 y 4.000 años) en Suecia y Francia. En la Edad del Bronce (hace entre 7.000 y 3.000 años), la proporción de individuos de piel oscura había disminuido a aproximadamente la mitad. Los tonos de piel más claros solo se volvieron dominantes en la Edad del Hierro (hace entre 3.000 y 1.700 años). La propagación de los agricultores neolíticos de Anatolia hace unos 10.000 años, portadores de genes para la piel más clara, jugó un papel importante. La migración y la mezcla localizadas también influyeron en el color de la piel. Los ojos claros alcanzaron su punto máximo de frecuencia durante el Mesolítico, antes de que la piel más clara se volviera común. Los primeros casos de cabello rubio y rojo aparecieron en el Neolítico y la Edad del Bronce. La explicación tradicional de la piel más clara (maximizar la producción de vitamina D) puede no ser toda la historia. Los cambios en la dieta, a medida que los humanos hicieron la transición a comunidades agrícolas y consumieron menos alimentos ricos en vitamina D, también pueden haber impulsado la evolución de una piel más clara. Los europeos modernos no heredaron la piel pálida de los neandertales, ya que la piel más clara evolucionó independientemente en los humanos modernos. El estudio identificó variantes en los genes TYR y SLC24A5 asociadas con la piel más clara. Estas variantes estaban ausentes en el hombre paleolítico de Ust'-Ishim, pero presentes en un individuo de la Edad del Bronce de Hungría con piel clara, ojos azules y cabello rubio. Si bien el ADN antiguo proporciona evidencia directa, los investigadores también han recurrido al arte en busca de pistas. Sin embargo, confiar demasiado en las representaciones artísticas puede ser engañoso. La evolución del color de la piel humana refleja los viajes, los entornos y el legado genético de nuestros antepasados.

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