Se prevé que la temporada de huracanes del Atlántico 2024 dure hasta diciembre, con tormentas recientes que causaron daños estimados en cientos de miles de millones. Los expertos advierten que los huracanes de fin de temporada representan una amenaza significativa para las comunidades vulnerables.
Los huracanes liberan aproximadamente 5 x 10¹⁹ julios de energía por día, lo que equivale a aproximadamente 200 veces la producción diaria total de electricidad del mundo, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Esta inmensa energía es suficiente para alimentar 9.64 billones de bombillas de 60 vatios durante un día.
El 9 de octubre, las teorías de conspiración sobre la actividad de los huracanes ganaron terreno, con afirmaciones de que los huracanes Helene y Milton fueron creados por programas gubernamentales para atacar áreas específicas. La representante estadounidense Marjorie Taylor Greene sugirió que el control del clima es posible, a pesar de las negaciones oficiales.
El Programa de Investigación Auroral Activa de Alta Frecuencia (HAARP), a menudo citado en estas afirmaciones, se centra en el estudio de fenómenos atmosféricos que afectan las señales de radio, no en la fabricación de huracanes. El proyecto, iniciado en 1993, está actualmente gestionado por la Universidad de Alaska Fairbanks.
Crear un huracán requeriría una inmensa energía y condiciones atmosféricas específicas, incluyendo un océano caliente y un mínimo de cizalladura del viento. El meteorólogo Prof. Kerry Emanuel enfatizó que la tecnología y la energía necesarias para dirigir huracanes están más allá de las capacidades actuales.
Si bien se ha utilizado la siembra de nubes para fomentar la lluvia, esto no equivale a controlar huracanes. Los intentos históricos de gestionar huracanes, como el Proyecto Stormfury en las décadas de 1960 y 1970, arrojaron resultados poco concluyentes.