Islandia está actualmente inundada de los vibrantes tonos púrpuras del lupino de Nootka. Introducido en 1945 para combatir la erosión del suelo, el lupino ha florecido, transformando el paisaje.
Hákon Bjarnason, jefe del Servicio Forestal Islandés, trajo las semillas de Alaska para abordar la deforestación de la isla. La rápida propagación del lupino ha estabilizado el suelo, pero también representa una amenaza para la flora nativa.
Los altos lupinos fijadores de nitrógeno superan a las plantas autóctonas de bajo crecimiento en la competencia por la luz solar. Si bien algunos aprecian el atractivo estético y el éxito inicial en la conservación del suelo, crecen las preocupaciones sobre el impacto ecológico a largo plazo. La floración temprana de este año es particularmente preocupante.