Cada primavera, las orillas del río Mengboluo, en la provincia de Yunnan, China, se convierten en un hábitat bullicioso para los tejedores baya. Estas aves industriosas, conocidas por sus intrincados nidos tejidos, acuden en masa a la zona en busca de ramas adecuadas en los mangos, los flamboyanes y los grupos de bambú.
A lo largo de un tramo de unos 24 kilómetros del río, llegan casi 2.000 aves cada temporada de cría. Se sienten atraídos por el clima cálido y húmedo y la abundancia de árboles, creando un terreno de cría ideal. Según la oficina local de protección ambiental, las aves regresan de sus zonas de invernada, posiblemente en países del sudeste asiático y otras partes de Yunnan.
La construcción de nidos alcanza su punto máximo en mayo y junio, y las aves parten a principios de septiembre. Construir un solo nido es una empresa importante. Un ave macho teje miles de tallos de hierba en una bolsa resistente, colgándola de una rama. Esta estructura sirve tanto de taller como de escaparate para atraer a una pareja.
El cortejo se basa en la artesanía. Un ave hembra visitante inspecciona el nido casi terminado y lo aprueba o lo rechaza. Si es rechazado, el macho desmantelará o abandonará su trabajo y comenzará de nuevo. Repite el proceso hasta que obtiene su aprobación.
Los esfuerzos locales de conservación han sido fundamentales para el florecimiento de las aves en la zona. El río Mengboluo fluye a través de un corredor protegido donde los árboles de hoja perenne, los flamboyanes, los mangos y los matorrales de bambú permanecen intactos. Las autoridades han prohibido la minería y la deforestación a lo largo de las riberas y han endurecido las regulaciones sobre la construcción y la eliminación de residuos.
El medio ambiente saludable apoya una fauna diversa. La divulgación local ha reforzado los esfuerzos de protección a través de folletos, visitas puerta a puerta y talleres comunitarios. Estos esfuerzos ayudan a los aldeanos a aprender a apreciar y salvaguardar el hábitat de los tejedores.
A medida que la población de aves crece, también lo hace el ecoturismo. Sus singulares hábitos de anidación atraen a muchos turistas. La cría estacional también aporta beneficios económicos. Los observadores de aves de todo el país llegan, generando ingresos para los lugareños con transporte, restaurantes y alojamiento.
El gobierno local tiene previsto desarrollar aún más la economía de la observación de aves y designar zonas de observación específicas. Esto permitirá a los turistas disfrutar del espectáculo sin molestar a los tejedores.