Bulldogs antiguos: un legado de 2000 años

Editado por: Olga Samsonova

Los bulldogs son una de las razas de perros más icónicas y reconocibles en el mundo. Con su distintiva apariencia robusta y hocico achatado, estos animales han cautivado a generaciones como mascotas leales y afectuosas. Han evolucionado hasta convertirse en compañeros familiares queridos, conocidos por su carácter tranquilo y adaptable, lo que los hace ideales tanto para la vida en la ciudad como en el campo.

Originalmente criados en Inglaterra para actividades como el control de ganado, un fascinante hallazgo arqueológico en las ruinas de Trales, la actual ciudad de Aydın en Turquía, ha proporcionado nuevas pruebas de que los romanos ya criaban perros de cara corta, similares a los bulldogs franceses modernos. Los restos, descubiertos en 2007 y analizados recientemente por un equipo de investigadores internacionales, revelan que el animal no solo tenía una morfología distintiva, sino que también llevaba una vida de compañía y cuidado excepcional.

El estudio, liderado por científicos de la Universidad de Ciencias de la Vida de Breslavia y la Universidad de Estambul, utilizó técnicas avanzadas de craneometría y datación por radiocarbono para determinar la antigüedad y características de los huesos. El cráneo de un perro de hace 2000 años, pese a estar incompleto, permitió identificarlo como un ejemplar braquicéfalo de tamaño pequeño, una morfología que recuerda al bulldog francés moderno.

A diferencia de los perros de trabajo comunes en la antigua Roma, este animal parece haber tenido un propósito diferente. Según el profesor universitario Aleksander Chrószcz, este tipo de can "estaba destinado a acompañar a su adiestrador, compartiendo con él una vida bastante cómoda, y no a ser un perro de trabajo, de los que hay muchos ejemplos en la literatura romana disponible".

El descubrimiento también arroja luz sobre las prácticas de cría de la época. Los romanos distinguían principalmente entre perros de trabajo y de compañía, pero este hallazgo sugiere que también se enfocaban en características específicas como el tamaño y la morfología. Aunque el concepto moderno de "raza" no existía, el perro de Trales demuestra que ya se realizaba una selección en función de las necesidades y preferencias humanas.

Si bien este pequeño bulldog romano no sería idéntico a los estándares de la raza moderna, su existencia resalta cómo los vínculos entre humanos y animales han dado forma a la evolución de las razas caninas a lo largo de los siglos. El estudio, publicado en la Journal of Archaeological Science: Reports, subraya que este descubrimiento no solo es un hito en la arqueozoología, sino también una prueba de que incluso hace 2000 años, los perros eran más que herramientas funcionales.

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