El 1 de julio de 2025, el Senado de los Estados Unidos aprobó una versión revisada del proyecto de ley "One Big Beautiful Bill", introduciendo un impuesto federal del 1% sobre las remesas enviadas al extranjero. Este impuesto, conocido como "Impuesto Especial sobre Transferencias de Remesas", se aplicará únicamente a las transferencias realizadas en efectivo, giros postales o cheques de caja.
Las remesas enviadas desde cuentas bancarias o a través de tarjetas de débito o crédito emitidas en los Estados Unidos están exentas. La implementación de este impuesto está programada para el 31 de diciembre de 2025. A pesar de la reducción de la tasa impositiva del 5% inicialmente propuesto al 1%, su implementación podría impactar significativamente las economías latinoamericanas.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció que su gobierno reembolsará el 1% del impuesto a los migrantes mexicanos que envíen remesas a través de Financiera del Bienestar (Finabien). El Fondo Monetario Internacional (FMI) también ha expresado su preocupación por las posibles consecuencias de este impuesto para los países receptores de remesas. Esta medida, que llega en un momento de creciente inflación y tensiones económicas, plantea interrogantes sobre la estabilidad financiera de la región y la resiliencia de las familias que dependen de estas remesas. En países como México, donde las remesas son una fuente vital de ingresos, el impacto podría ser particularmente significativo. La respuesta del gobierno mexicano, ofreciendo un reembolso, es un ejemplo de cómo los países latinoamericanos buscan mitigar los efectos de estas políticas.