El empresario Bryan Johnson se ha consolidado como un referente en la experimentación de la longevidad a través de su exhaustivo "Proyecto Blueprint". Esta empresa busca activamente revertir su edad biológica hasta alcanzar el equivalente a los 18 años a nivel epigenético. El esfuerzo es una aplicación científica rigurosa, orquestada por un equipo de más de 30 profesionales, incluyendo especialistas como su médico, Oliver Zolman.
El núcleo de la estrategia de Johnson se basa en una disciplina alimentaria casi monástica. Su ingesta calórica se limita estrictamente a 1,977 calorías diarias, provenientes de una dieta exclusivamente vegetal con énfasis en alimentos integrales como bayas y lentejas. Este plan nutricional, diseñado para maximizar compuestos antiinflamatorios, incluye comidas específicas como el 'Super Veggie' (compuesto por brócoli, coliflor, lentejas negras, jengibre y ajo) y el 'Nutty Pudding' (a base de nueces de macadamia, semillas y bayas). Johnson también considera fundamental el consumo diario de cacao de alta calidad por sus beneficios antioxidantes y de apoyo cognitivo.
Los resultados iniciales han sido significativos. En un periodo de siete meses, Johnson reportó una regresión de su edad epigenética en 5.1 años, un logro que en su momento se catalogó como un récord mundial. Sus métricas indican que su ritmo de envejecimiento es notablemente más lento que el de la población general, con algunos marcadores, como la aptitud cardiovascular, situándose en el percentil 99 de jóvenes de 18 años.
El protocolo Blueprint se extiende más allá de la nutrición, abarcando un régimen diario de ejercicio, optimización estricta del sueño y la administración de una amplia gama de suplementos, que en ciertos momentos han superado el centenar de pastillas diarias. Además, Johnson ha explorado procedimientos avanzados, como la terapia génica de folistatina en 2023, con el fin de potenciar la masa muscular y contrarrestar el deterioro celular. Si bien consideró en el pasado las transfusiones de plasma de donantes jóvenes, incluyendo a su hijo, finalmente descontinuó ese tratamiento por no percibir beneficios claros.
Esta búsqueda de optimización máxima conlleva una inversión considerable, estimada en más de dos millones de dólares anualmente. No obstante, la dedicación de Johnson a la medición exhaustiva —mediante el uso de resonancias magnéticas y escáneres Dexa— y la implementación de intervenciones basadas en datos, ofrecen un campo de pruebas valioso para entender los mecanismos de la vitalidad. Su enfoque recalca que la atención meticulosa a los patrones internos —lo que se consume, cómo se descansa y cómo se nutre el cuerpo— es el catalizador principal para redefinir el ritmo de los cambios biológicos.