La alta esperanza de vida de Japón se atribuye a una combinación de factores, que incluyen una fuerte cohesión social, hábitos de vida saludables y políticas de salud pública eficaces. La dedicación del país al bienestar se refleja en su enfoque de la dieta, el tabaquismo, la actividad física y la atención médica.
Las políticas estrictas y la adhesión social han llevado a una reducción significativa en las tasas de tabaquismo, lo que contribuye a una disminución del cáncer de pulmón y las enfermedades relacionadas. En 2018, Japón implementó regulaciones más estrictas sobre el tabaquismo en interiores, prohibiendo fumar en instalaciones públicas con algunas excepciones para áreas designadas para fumadores. Las campañas de salud pública también se han centrado en reducir la ingesta de sal, promoviendo una mejor salud cardiovascular. La dieta tradicional japonesa, rica en pescado, verduras y alimentos fermentados, es otro factor clave. Esta dieta enfatiza los ingredientes frescos de temporada, las porciones equilibradas y los sabores diversos, promoviendo la salud intestinal y el bienestar general.
Un estilo de vida activo también es parte integral de la cultura japonesa, con caminatas regulares, ciclismo, deportes y prácticas tradicionales que contribuyen a la aptitud física. Los baños diarios de placer son una práctica común, que potencialmente ofrece beneficios terapéuticos. El gobierno japonés también ha desempeñado un papel importante a través de iniciativas como el seguro de salud de bajo costo, los exámenes de salud ampliamente distribuidos y las campañas de salud pública. Se prioriza la detección temprana de enfermedades, incluido el cáncer, lo que lleva a mejores tasas de supervivencia.
A pesar de desafíos como una población en declive, el compromiso de Japón con la salud y el bienestar continúa impulsando su impresionante esperanza de vida. El énfasis en la comunidad y las conexiones sociales también contribuye al bienestar mental y físico, reforzando un enfoque holístico de la salud.