Investigaciones recientes destacan la importancia de la autocompasión para el bienestar mental. La autocompasión implica tratarse a uno mismo con amabilidad y comprensión durante los momentos difíciles, reconociendo que las imperfecciones son una experiencia humana compartida.
A diferencia de la autoestima, la autocompasión se centra en ser útil y amable consigo mismo en lugar de juzgarse positivamente. Promueve la resiliencia y reduce el agotamiento al fomentar el apoyo y la crítica constructiva en lugar de la autocrítica negativa.
Practicar la autocompasión puede implicar técnicas como el método RAIN (Reconocer, Aceptar, Investigar, Nutrir) y hablarse a uno mismo con amabilidad. Pequeños gestos, como colocar una mano sobre el corazón y pensar en pensamientos amables, pueden reducir significativamente el estrés y aumentar la autocompasión.
En última instancia, la autocompasión empodera a las personas para ser ellas mismas, fomentando la capacidad de recibir y ofrecer cuidados compasivos a los demás. Puede extenderse más allá del bienestar personal para incluir esfuerzos para abordar el daño social.