Los gatos, conocidos por su naturaleza independiente, forman vínculos profundos con miembros específicos de la familia, a diferencia de los perros que suelen ser más sociables con todos. La elección de su humano favorito se basa en una combinación de factores clave que reflejan sus necesidades de seguridad, afecto y respeto. El tiempo de calidad compartido es fundamental; los gatos aprecian a quienes satisfacen sus necesidades básicas, como la alimentación y la limpieza, pero valoran especialmente las interacciones positivas como el juego y las caricias suaves, que construyen confianza y afecto. La investigación sugiere que los gatos desarrollan apegos seguros con los humanos, buscando comodidad y seguridad en sus preferidos, de manera similar a como lo hacen los bebés con sus cuidadores.
Respetar el espacio personal de un gato es crucial para evitar la desconfianza o el estrés. Permitir que el gato se acerque en sus propios términos y ofrecerle lugares tranquilos para descansar fomenta la confianza y honra su autonomía. Los gatos son observadores y responden con afecto a quienes les brindan seguridad, cuidado y libertad. La comunicación juega un papel importante; los gatos son sensibles a las voces suaves y tranquilas, y a menudo prefieren a las mujeres debido a sus movimientos y tonos de voz más gentiles. Señales como los parpadeos lentos, conocidos como "besos de gato", indican confianza y afecto. Los "cabezazos" o "bunting" son una clara indicación de que te consideran parte de su familia, marcándote con sus feromonas. Lamerte es un gesto de afecto similar al acicalamiento de gatitos, y mostrar la barriga, aunque es una señal de profunda confianza, no siempre es una invitación a la caricias. Si un gato te trae sus juguetes, es una señal de confianza y deseo de interactuar. En resumen, ganarse el afecto de un gato implica respetar su ritmo, estar presente, mantener la calma y ser consistente en el cuidado y la comunicación, creando un entorno seguro.