Imagina desplegar el tren de aterrizaje de un avión únicamente a través del pensamiento, sin necesidad de presionar un botón en la cabina. Este escenario puede sonar a ciencia ficción, pero los investigadores en Toulouse están investigando seriamente esta posibilidad.
Desde 2004, la universidad Isae-Supaero alberga el primer laboratorio europeo centrado en el uso de las neurociencias para mejorar la seguridad aérea. Hoy en día, los factores humanos están involucrados en el 80 % de los accidentes de avión. "Cuando comenzamos, las neurociencias no se interesaban por la aviación, y el mundo de la aviación abordaba el factor humano principalmente desde una perspectiva psicoanalítica. Se preguntaba a los pilotos cómo se sentían en diversas situaciones," recuerda Frédéric Dehais, titular de la cátedra AXA de 'Neuroergonomía para la Seguridad en Vuelo' desde 2015.
Los investigadores de Toulouse han sometido a pilotos a escenarios catastróficos mientras analizan su actividad cerebral para comprender mejor los cuellos de botella atencionales. Estos fenómenos pueden perturbar ciertas capacidades cognitivas, lo que puede tener consecuencias críticas durante el vuelo. "En un simulador de vuelo, hemos recreado un escenario digno de una película de Hollywood, con condiciones meteorológicas terribles, humo llenando la cabina y turbulencias significativas. Al mismo tiempo, hemos medido la actividad eléctrica del cerebro de los pilotos. Resulta que en condiciones tan estresantes, el cerebro se deshace de ciertos sentidos considerados innecesarios. Por eso un piloto puede dejar de escuchar las alarmas del cockpit," explica Dehais.
Desde 2020, la escuela de ingeniería de Toulouse ha construido un centro de 240 m² donde los investigadores realizan todo tipo de experimentos. Por ejemplo, pilotos de aviación ligera han seguido durante una semana breves estimulaciones cerebrales con electrodos, lo que ha mejorado su rendimiento en la gestión de eventos multitarea.
Un riesgo invisible para las aerolíneas
Los trabajos también dieron lugar en 2018 a la creación de la startup toulousana Hinfact, que utiliza las neurociencias para potenciar la formación de pilotos. Gracias a un dispositivo de seguimiento ocular, el instructor puede analizar los movimientos visuales del piloto en la cabina y integrar sus observaciones durante el debriefing. La joven empresa va más allá y utiliza los datos de simuladores de vuelo para medir en detalle las fortalezas y debilidades de los pilotos, especialmente en habilidades no técnicas como la comunicación, la conciencia situacional, la gestión y la toma de decisiones.
"Gracias a los datos de vuelo, una aerolínea sabe que tiene una probabilidad de una entre 10,000 de tener una falla de motor al despegar. Sin embargo, no conocerá la probabilidad de que los pilotos reaccionen bien a tal situación según sus habilidades. Es un riesgo latente e invisible para las aerolíneas," señala Thomas Bessière, cofundador de Hinfact.
Al optimizar la evaluación de las competencias de los pilotos, la startup ha demostrado que las aerolíneas pueden reducir la frecuencia de los controles en vuelo, pasando de una vez al año a cada dos años, generando así ahorros significativos en la formación.
Hinfact cuenta entre sus clientes con aerolíneas como Corsair, Air Tahiti, industriales como Dassault, pero también Airbus, que utiliza el software en sus centros de formación. Un movimiento que ahora es irreversible: Europa impone a la aviación una formación (Evidence-Based Training) centrada en la evaluación global de competencias esenciales, en lugar de solo en el rendimiento durante maniobras aisladas.
En Isae-Supaero, los investigadores ya imaginan el futuro de la aviación con la llegada de cabinas inteligentes. Se han apoyado en el seguimiento ocular para emitir recomendaciones a las autoridades aéreas para optimizar el recorrido visual de los pilotos dentro de las cabinas. El laboratorio también se ocupa de las interacciones cerebro-máquina para, a largo plazo, desencadenar ciertas operaciones de pilotaje mediante el pensamiento. Uno de los investigadores muestra los electrodos colocados en la parte posterior de su cabeza para acceder a su corteza visual. Una serie de números aparecen en su pantalla de computadora y, cuando se concentra en uno, este se vuelve verde. "Una de las limitaciones del seguimiento ocular es que puedes mirar al vacío, observando un área de la cabina sin prestar atención. Si pilotáramos de esta manera, se activarían comandos que no deseabas," aclara Dehais.
Finalmente, los investigadores probarán en un simulador la capacidad de desplegar mentalmente el tren de aterrizaje de un avión. Esta función podría ser útil, por ejemplo, en situaciones de emergencia o si algún día las aerolíneas optan por una configuración con un solo piloto en la cabina (SPO: Single Pilot Operation).
Estas investigaciones también podrían beneficiar al ámbito médico, especialmente a través de una colaboración con el CHU de Toulouse para estudiar la actividad cerebral de pacientes en coma.
Florine Galéron, 28 de noviembre de 2024, 17:01