A medida que aumentan las tensiones globales, una campaña de desinformación orquestada por China está remodelando las percepciones internacionales, particularmente en los Estados Unidos. Según un informe presentado al Comité de Relaciones Exteriores del Senado, esta campaña, que cuesta miles de millones anualmente, aprovecha la inteligencia artificial sofisticada para crear redes de sitios web que se hacen pasar por medios de comunicación legítimos. Estos sitios entregan narrativas pro-chinas que a menudo se alinean con las declaraciones oficiales de Pekín.
Shannon Van Sant, asesora del Comité por la Libertad en Hong Kong, ha rastreado numerosos sitios que imitan organizaciones de noticias de renombre, incluido uno que se asemejaba mucho al New York Times. Investigaciones revelaron que los supuestos periodistas en estos sitios eran inexistentes o creados utilizando tecnología de IA, lo que plantea preocupaciones sobre la manipulación de los medios y sus efectos perjudiciales en la democracia.
Los funcionarios chinos han desestimado estas acusaciones como infundadas, afirmando que las afirmaciones de utilizar sitios de noticias y redes sociales para difundir información pro-Pekín y influir en la opinión pública en EE. UU. son maliciosas. No obstante, analistas de firmas de ciberseguridad han identificado más de 1,200 sitios que han difundido historias de los medios estatales rusos o chinos, lo que indica un esfuerzo estratégico para influir en audiencias globales.
En respuesta a estos desarrollos, legisladores estadounidenses están abogando por un aumento en el financiamiento para contrarrestar la influencia de China, con un reciente proyecto de ley de la Cámara que propone $325 millones anuales hasta 2027 para este propósito. La urgencia de estas medidas subraya la competencia global en curso por la influencia, particularmente en tecnologías emergentes.
El impulso del presidente chino Xi Jinping por un desarrollo sistemático de narrativas tiene como objetivo dar a su país una voz global acorde con su estatura internacional, respaldado por inversiones en medios estatales y asociaciones internacionales. Esta estrategia no solo es política, sino que también está vinculada a la competencia económica en sectores críticos como vehículos eléctricos y IA.
A medida que evolucionan las tácticas de desinformación, la comunidad internacional se mantiene alerta, reconociendo las posibles implicaciones para la democracia y la confianza social en todo el mundo.