El 20 de enero de 2025, el presidente Donald Trump anunció oficialmente la retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una medida que podría afectar gravemente a las iniciativas sanitarias mundiales. Esta medida pone fin a los fondos y recursos públicos estadounidenses en apoyo de la OMS.
Históricamente, EE. UU. ha contribuido con casi el 25% del presupuesto de la OMS, que se financia principalmente a través de contribuciones evaluadas basadas en el PIB y la población. En el ciclo de financiación actual, EE. UU. ha contribuido con casi 1 mil millones de dólares, mientras que el segundo mayor contribuyente, la Fundación Bill & Melinda Gates, ha donado cientos de millones.
Se espera que el retiro cree un déficit financiero para la OMS, lo que podría obligar a otros estados miembros a aumentar sus contribuciones o a recortar el presupuesto. Los expertos advierten que este movimiento podría obstaculizar la influencia de EE. UU. en las políticas de salud global, especialmente durante emergencias de salud.
Lawrence Gostin, profesor de derecho de salud global, señaló que salir de la OMS socavaría los intereses de seguridad nacional de EE. UU. y permitiría a otras naciones llenar el vacío. Subrayó la importancia de la cooperación internacional para abordar enfermedades infecciosas.
La administración de Trump planea buscar socios alternativos para iniciativas de salud global, pero los expertos argumentan que muchas amenazas de salud requieren esfuerzos colaborativos a través de las fronteras. La decisión de retirarse de la OMS marca un cambio significativo en el enfoque de EE. UU. hacia la gobernanza de la salud global.