En los últimos años, Irak ha buscado reducir su dependencia del gas iraní debido a interrupciones en el suministro y a la necesidad de diversificar sus fuentes de energía. En marzo de 2025, tras la decisión de Estados Unidos de no renovar la exención de sanciones que permitía a Irak importar electricidad de Irán, Bagdad intensificó sus esfuerzos para encontrar alternativas energéticas. Esto incluyó la búsqueda de proveedores de gas en países como Qatar y Omán, así como la construcción de una terminal flotante de gas natural licuado (GNL) en el puerto de Khor al-Zubair, en Basora, con el objetivo de suministrar gas a las plantas de energía locales. Esta terminal, que se esperaba estuviera operativa a mediados de 2025, tendría la capacidad de suministrar una cantidad significativa de gas diario, reduciendo así la dependencia de Irán.
Además, Irak ha estado trabajando en la reducción de la quema de gas asociado, una práctica que contribuye a la contaminación y al desperdicio de recursos. En enero de 2025, el primer ministro iraquí, Mohammed al-Sudani, anunció que el país había reducido la quema de gas en un 70%, acercándose a la autosuficiencia energética. Este esfuerzo incluye la construcción de instalaciones para capturar y utilizar el gas flaring, así como la inversión en proyectos de energía renovable, como una planta solar de 1.000 megavatios en la región de Basora.
Estas iniciativas reflejan el compromiso de Irak con la diversificación de sus fuentes de energía y la mejora de su seguridad energética, buscando reducir la dependencia de suministros externos y promover un desarrollo económico sostenible.