La situación en Cuba, marcada por protestas, dificultades económicas y tensiones internacionales, ofrece un caso de estudio fascinante desde una perspectiva económica. El análisis de los factores que influyen en la economía cubana revela una compleja red de desafíos y oportunidades.
Las protestas estudiantiles de junio de 2025, desencadenadas por el aumento de las tarifas de internet móvil, reflejan una creciente insatisfacción popular. Este descontento se suma a las dificultades económicas preexistentes, como los cortes de energía debido a la escasez de combustible y la falla de la planta eléctrica Antonio Guiteras. Estos problemas impactan directamente en la productividad y el bienestar de la población. Según datos del Banco Mundial, el crecimiento económico de Cuba se ha mantenido bajo en los últimos años, con un promedio inferior al 2% anual, lo que dificulta la mejora del nivel de vida de sus habitantes.
La reinstauración de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo por parte de Estados Unidos en enero de 2025 añade una capa adicional de complejidad. Las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos han afectado significativamente el comercio y la inversión extranjera en Cuba. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que las sanciones han reducido el PIB cubano en un promedio del 10% anual en la última década. Esta situación limita el acceso a recursos y tecnologías esenciales para el desarrollo económico.
La economía cubana se enfrenta a un desafío dual: la necesidad de reformas internas para mejorar la eficiencia y atraer inversión extranjera, y la presión externa de las sanciones y las tensiones geopolíticas. El futuro económico de Cuba dependerá de su capacidad para navegar estas complejas aguas y encontrar un equilibrio entre la estabilidad política y el crecimiento económico.