La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, prometió 20.000 millones de euros adicionales del presupuesto de la UE para el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) en Europa. Los fondos apoyarán la creación de cuatro "Giga-Fábricas" para entrenar modelos de IA con grandes conjuntos de datos, con el objetivo de proporcionar a las empresas emergentes europeas acceso a chips de IA y potencia informática.
La "Cumbre de Acción sobre la IA" en París mostró diferentes puntos de vista sobre la regulación de la IA. El vicepresidente de EE. UU., J.D. Vance, advirtió contra las regulaciones estrictas, argumentando que podrían sofocar una tecnología prometedora. También criticó a los regímenes autoritarios por utilizar la IA con fines de espionaje, mencionando específicamente a China.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, enfatizó la necesidad de garantizar que la IA beneficie a los países en desarrollo, señalando que la concentración actual del poder de la IA en pocas manos podría exacerbar las divisiones geopolíticas. La cumbre concluyó con el respaldo de 60 estados y organizaciones al desarrollo ético de la IA, enfatizando la apertura, la inclusividad y la sostenibilidad. Los EE. UU. y Gran Bretaña no se unieron.