El 25 de noviembre de 2024, representantes de aproximadamente 175 países se reunieron en Busan, Corea del Sur, para la última ronda de negociaciones con el objetivo de establecer un acuerdo global vinculante para abordar la creciente crisis de residuos plásticos. Esta iniciativa sigue a dos años de discusiones y busca reconciliar diferencias significativas entre las naciones sobre la gestión de residuos plásticos.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha indicado que tal tratado podría representar el acuerdo ambiental multilateral más significativo desde el Acuerdo de París en 2015. La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, describió el acuerdo como una "póliza de seguro para las generaciones actuales y futuras" para coexistir con el plástico en lugar de sucumbir a sus impactos.
En 2019, se produjeron aproximadamente 350 millones de toneladas de residuos plásticos en todo el mundo, de los cuales solo el nueve por ciento se recicló, mientras que el resto fue incinerado, enviado a vertederos o liberado en el medio ambiente. Los productos plásticos duraderos pueden persistir en los ecosistemas durante cientos de años, contaminando las cadenas alimentarias y los entornos. La producción de plástico, derivada principalmente de combustibles fósiles, agrava la crisis climática.
Los defensores del medio ambiente están instando a las naciones a reducir la producción mundial de plástico en un 40 por ciento para 2040, una propuesta inicialmente presentada por Ruanda y Perú durante negociaciones anteriores en Ottawa. Esta reducción podría lograrse a través de varias medidas que aborden todo el ciclo de vida de los plásticos, incluida la reducción de la producción, la eliminación de plásticos de un solo uso tóxicos y el rediseño de envases para que sean reutilizables, biodegradables y completamente reciclables.
Mientras que las empresas multinacionales promueven el reciclaje mejorado como solución a la crisis plástica, grupos como Greenpeace argumentan que el enfoque debería centrarse en reducir significativamente la producción de plástico. Las previsiones actuales sugieren que la producción de plástico podría triplicarse para 2050, impulsada por la fabricación de nuevos plásticos a un costo más bajo en comparación con el reciclaje, especialmente debido a un excedente de gas de fracturación en EE.UU.
La industria de los combustibles fósiles también está expandiendo su producción de nuevos plásticos como un mercado de crecimiento para compensar las pérdidas sufridas durante la transición energética. Los expertos sostienen que una reducción del 40 por ciento en la producción de plástico para 2040 puede no ser suficiente para cumplir con los objetivos establecidos por el Acuerdo de París, abogando en su lugar por una disminución del 75 por ciento.
Un informe encargado por la Agencia de Investigación Ambiental (EIA) enfatiza que lograr una reducción del 40 por ciento en la producción de plástico solo reduciría significativamente las emisiones de CO2 si se acompaña de un aumento en las tasas de reciclaje globales al 63 por ciento. Además, el sector plástico necesitaría descarbonizarse a través de fuentes de energía renovables y alcanzar su punto máximo de producción para 2025.
A medida que se acerca la fecha límite para las negociaciones, los países siguen divididos sobre la extensión de las regulaciones propuestas. Más de 60 naciones se han unido a una "Coalición de Alta Ambición", liderada por Ruanda y Noruega, que aboga por un cese total de la producción de plástico para 2040. Sin embargo, ciertos países, especialmente los productores de petróleo como Irán, Rusia y Arabia Saudita, son reacios a las reducciones de producción y prefieren aumentar los esfuerzos de reciclaje para mantener los mercados futuros de combustibles fósiles.
Durante la última ronda de negociaciones, el apoyo de EE.UU. a un objetivo de reducción de plásticos cambió, aunque posibles cambios en el gobierno podrían alterar esta postura. Los países del Sur Global y los estados miembros de la UE continúan presionando por un acuerdo vinculante, enfatizando la necesidad de eliminar productos químicos nocivos y reducir la producción de plástico.
Aunque es posible que no se alcance un acuerdo en Busan, los defensores insisten en la importancia de reflejar la "gran demanda global de un tratado vinculante" en las negociaciones.