El gobernador del Banco de Reserva de Sudáfrica (SARB), Lesetja Kganyago, enfrenta una fuerte reacción pública debido a las dificultades económicas persistentes agravadas por las altas tasas de interés. Al 29 de septiembre de 2024, Kganyago ha mantenido una política monetaria estricta destinada a controlar la inflación entre el 3 y el 6 %, a pesar del sufrimiento generalizado de los sudafricanos que luchan con el aumento del costo de vida, los desafíos de atención médica y los efectos persistentes de la pandemia de Covid-19.
Este enfoque implacable ha suscitado un debate sobre el papel de la SARB y la efectividad de sus políticas actuales. Los críticos cuestionan si los métodos de Kganyago son demasiado rígidos y si la SARB debería ampliar su mandato para abordar problemas urgentes como la pobreza, el desempleo y la desigualdad en el país. El discurso refleja la compleja economía política de Sudáfrica, enraizada en su historia postcolonial y el legado del capitalismo racial.
Las discusiones en curso destacan la necesidad de reevaluar la política monetaria a la luz del contexto socioeconómico, con llamados a un enfoque más flexible que considere las realidades enfrentadas por los ciudadanos comunes.