El Primer Ministro húngaro Viktor Orban, que actualmente ocupa la presidencia rotativa de la Unión Europea, enfrenta críticas crecientes mientras navega por un paisaje político tumultuoso. El 18 de septiembre de 2024, Orban canceló una aparición programada en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, citando graves inundaciones en Hungría que requerían su presencia en Budapest. Esta ausencia ha levantado cejas, ya que muchos legisladores de la UE anticipaban una discusión acalorada sobre el liderazgo controvertido de Orban.
A pesar de estar en una posición destinada a la mediación neutral, la presidencia de Orban ha estado marcada por tensiones crecientes con las instituciones de la UE. Los críticos, incluidos parlamentarios de la UE y estados miembros, han expresado su descontento por sus acciones unilaterales, como la iniciación de una misión de paz autoproclamada respecto a la guerra en curso en Ucrania sin un mandato adecuado de la UE. Esto ha llevado a acusaciones de que está abusando de su posición para beneficio político personal, incluidos compromisos potenciales con figuras como Donald Trump en EE. UU.
Además, Hungría continúa desafiando los fallos de la UE, ignorando un fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre sus procedimientos de asilo, lo que resulta en una pesada penalización financiera. La UE ha retenido aproximadamente 20 mil millones de euros en fondos de Hungría debido a preocupaciones sobre el estado de derecho y la corrupción. El gobierno de Orban ha amenazado con acciones legales contra la UE para recuperar fondos gastados en seguridad fronteriza, lo que tensa aún más las relaciones.
La situación ha llevado a muchos a cuestionar el papel de Hungría dentro de la UE, con algunos legisladores abogando por la revocación de su presidencia. A medida que persisten las tensiones, se avecina el próximo enfrentamiento, con implicaciones para la unidad y gobernanza de la UE ante la postura cada vez más asertiva de Orban.