En 2024, las energías renovables alcanzaron un crecimiento sin precedentes, representando más del 90% de la nueva capacidad de generación eléctrica instalada a nivel mundial. Este avance se debe principalmente a la energía solar fotovoltaica y la eólica terrestre, que juntas constituyeron casi el 97% de las adiciones netas de capacidad renovable en ese año.
Sin embargo, este progreso ha sido desigual entre regiones. Asia lideró el crecimiento, concentrando una proporción significativa de la nueva capacidad instalada, mientras que otras regiones, especialmente África, mostraron incrementos más modestos. Esta disparidad resalta la necesidad de políticas específicas y financiación internacional para garantizar que todos los países se beneficien equitativamente de la transición energética.
Además, la competitividad de las energías renovables ha mejorado notablemente. En 2024, el 91% de los nuevos proyectos de energías renovables fueron más rentables que las alternativas basadas en combustibles fósiles, lo que subraya el potencial económico de invertir en tecnologías limpias.
Para cumplir con los objetivos climáticos globales, es esencial acelerar la adopción de energías renovables y abordar las desigualdades regionales en su implementación. La cooperación internacional y el apoyo financiero son fundamentales para lograr una transición energética justa y sostenible.