Investigaciones recientes han arrojado luz sobre la diferente cantidad de lunas entre los planetas de nuestro sistema solar. Mientras que gigantes gaseosos como Júpiter y Saturno tienen numerosas lunas, planetas terrestres como Venus no tienen ninguna. Esta disparidad plantea preguntas sobre la formación y captura de satélites naturales.
Existen dos teorías principales que explican la existencia de lunas: la captura gravitacional y la formación simultánea con el sistema solar. La teoría de la captura gravitacional sostiene que las lunas son atraídas a la órbita de un planeta si entran en su radio de Hill, donde la atracción gravitacional del planeta es lo suficientemente fuerte como para retenerlas.
El radio de Hill varía significativamente entre los planetas, influenciado por su masa y proximidad al Sol. Por ejemplo, el pequeño radio de Hill de Mercurio limita su capacidad para capturar lunas, ya que los satélites potenciales pueden ser atraídos por la influencia gravitacional del Sol.
En contraste, planetas más grandes como Júpiter y Saturno poseen radios de Hill extensos, lo que les permite capturar numerosas lunas. Júpiter, por ejemplo, tiene 95 lunas conocidas, mientras que Saturno tiene 146.
Además, algunas lunas pueden haberse formado al mismo tiempo que sus planetas durante la fase del disco de gas del joven sistema solar. Sin embargo, esto se cree que se aplica solo a unas pocas lunas, ya que la mayoría de las demás probablemente fueron capturadas del cinturón de asteroides o por otros medios.
La Luna de la Tierra es particularmente única, ya que se formó a partir de escombros resultantes de una colisión con un objeto del tamaño de Marte. Esta teoría está respaldada por el descubrimiento de rocas basálticas en la superficie lunar, similares a las que se encuentran en la Tierra.
La comprensión de los orígenes y características de las lunas planetarias sigue siendo un tema de investigación científica, con debates en curso sobre los procesos que rigen su formación y retención.